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jueves, 18 de noviembre de 2021

Dostoyevski habla sobre Nékrasov

 



Fédor Dostoyevski se ha destacado por escribir novelas que han pasado a la historia; sin embargo también se ha dedicado a cultivar el ensayo periodístico y colaboró con importantes periódicos de su tiempo. En su obra «Diario de un escritor» reúne algunos de esos artículos, hoy he querido compartir con ustedes uno que me ha parecido sin duda interesante, el que publicó cuando el poeta Nékrasov falleciera.

Lo primero que hizo Fédor Dostoyevski al enterarse de la muerte de Nékrasov fue sentarse durante horas a leer sus poemas y al respecto dice que

Los poemas de Nékrasov permitían que el ambiente se cubriera de otro tiempo, que el lector fuera capaz de percibir el paso de su propia existencia a través de esas imágenes y que todo un pueblo se sintiera identificado y descrito a través de esos versos.

Un hombre vapuleado

Nékrasov tuvo una vida difícil. Siendo apenas un adolescente abandonó la casa de su padre y se fue a Petersburgo, con la esperanza de que allí terminara todo su sufrimiento, sin embargo al encontrarse absolutamente solo y lleno de pena y preocupaciones, comprendió que vivir no era un juego y que podía resultar una tarea mucho más ardua que lo que creyera.

Fédor decía que lo que consideraba que podía salvar a ese hombre era una imagen que lo conmovía cada vez que acudía a su mente, su madre, ese «recuerdo santo» sería aquello que lo salvara finalmente.

Nékrasov y su amor por Rusia

En el discurso que Fédor dio frente al cuerpo de Nékrasov, antes de sepultarlo en las sienes de la tierra, dijo que era un corazón herido, que toda su poesía y todo su amor por los que sufrían se debía a eso, su propia angustia de la cual parecía no poder desprenderse.

Nékrasov era un poeta pendiente de su puebloAdoraba a su Rusia, pero sobre todo adoraba a los seres que habitaban su territorio y a través de su poesía buscaba una mejor vida para ellos. La poesía brotaba de su alma de una forma apasionada, y se volcaba al pueblo con ímpetu y cercanía.

Con su gran pasión y su inspiración poética se acercó a menudo al fondo íntimo del pueblo y por eso pudo ser tenido en cuenta como un poeta popular, pese a que no cualquiera pudiera entenderlo, aquellos que lo leyeran encontrarían en sus obras la historia del pueblo, pudiendo comprender la soledad, la tristeza y la miseria de quienes no tenían un agradable pasar económico.

Nékrasov y Pushkin

La poesía de Nékrasov seguramente estaba entre las más importantes que hubiera dado Rusia hasta el momento y, para él, su nombre debía colocarse junto al de Pushkin y Lermontov, por haber deseado un cambio en su patria y haber denunciado la violencia contra la mujer y los niños en Rusia, sufriendo por ellos de una manera violenta y sincera.

Comparar a Pushkin con Nékrasov no fue ciertamente bien visto por el pueblo, que pareció no entender el sentido de aquellas palabras. Dostoyevski consideraba a Pushkin un poeta mayor, decía de él que era como un sol que iluminaba toda la comprensión rusa; su comparación llevaba implícita una conexión más profunda entre ambos poetas, pues Nékrasov era al lado de su compatriota un diminuto planeta, pero salido de ese gran sol.

El millón de Nékrasov

Quedándose con el último verso de este poema, Dostoyevski hablaba de esa obsesión de Nékrasov por el millón. La mayoría de las críticas afirmaban que esto probaba que era un hombre avaricioso y que deseaba tener una gran fortuna; sin embargo la explicación que Fédor encontraba a esta línea era una muy diferente.

Lo que motivaba a Nékrasov a escribir esas palabras eran su orgullo y su insondable tristeza, y en ellos el deseo de hacerse con un millón y poder tender un muro entre él y el resto de los hombres, para «no mirar más que desde lejos sus luchas perversas«. Fédor aclara que no sería propio de un hombre avaricioso pedir a gritos que lo lleven al campo de los que perecen por una gran obra de amor.

Crítica a los críticos

Finalmente, Fédor tacha a aquellos críticos que afirman que Nékrasov era un hombre de «espíritu práctico», porque según él, siendo que era un poeta completamente apasionado y con consciencia de ciudadano, poco tenía que ver con las características de un hombre práctico.

En esta obra, Fédor agrega que no es posible simular el amor ardiente que traducen los versos de Nékrasov, y dado que amaba a su pueblo con toda su angustia y con todo su dolor, queda bien claro que se hallaba lejos del pragmatismo, era más bien un alma compungida que necesitaba un espacio donde evacuar la angustia.

Por otro lado, Nékrasov estaba convencido de que la verdad estaba en el pueblo y se conservaba en sus raíces, y era en este espacio donde encontraba cierta calma, lo que lo alejaba indudablemente de un espíritu práctico. Y culmina su artículo expresando que posiblemente si no hubiese tenido esto, habría sufrido sin interrupción toda su vida.

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