martes, 4 de noviembre de 2025

39 Bill Gates. { fin Serie de los grandes personajes de la historia}

 



 

El pionero del futuro

 

Según la revista Forbes, es la segunda mayor fortuna del planeta

(durante años fue la primera gracias a un patrimonio valorado en

cincuenta y nueve mil millones de dólares) y la quinta persona más

poderosa. ¿Realmente la figura de Bill Gates (1955) ha cambiado el rumbo

de la Historia? Quizá su nombre permanezca como el de otros tantos

millonarios que destacaron en el mundo de la economía y las finanzas y

que tan sólo son recordados por haber dejado su nombre a museos e

instituciones benéficas… o quizá no. Figura controvertida donde las

haya, Gates recoge en una sola persona el devenir de la segunda mitad

del siglo XX en lo que de proyección hacia el futuro tiene. Nadie como

él supo ver el enorme campo de desarrollo económico que representaba la

revolución informática, y pese a las acusaciones reiteradas de copia de

ideas ajenas, abuso de posición dominante en el mercado y prepotencia

para con sus competidores, no cabe duda de que ha sabido aprovechar las

infinitas oportunidades que se le han presentado y que ello le ha

llevado al puesto privilegiado del que goza en nuestros días.

 

Es un hecho constatado que buena parte del desarrollo científico y

tecnológico producido en el siglo XX ha sido resultado de las

situaciones bélicas que tanto proliferaron a lo largo de aquellos cien

años. Tras la Segunda Guerra Mundial (1939-1945) los esfuerzos

extraordinarios que habían realizado los países aliados para mejorar las

comunicaciones y la capacitación tecnológica de sus respectivos

ejércitos no se detuvieron. La división del mundo en bloques liderados

por las dos superpotencias que se amenazaban mutuamente con la

destrucción nuclear llevó a que siguiesen invirtiéndose durante décadas

cantidades ingentes de dinero para el desarrollo de armas, sistemas de

comunicación e ingenios tecnológicos que mejorasen tanto la capacidad

ofensiva como defensiva de los Estados Unidos de América y la Unión de

Repúblicas Socialistas Soviéticas.

 

El desarrollo prodigioso de la informática durante la segunda mitad del

siglo tiene precisamente su origen en el esfuerzo bélico de las décadas

de 1930 y 1940. Para hacerse una idea de este avance basta recordar los

ordenadores de los años cuarenta: tenían miles de componentes, usaban

como unidades de entrada y salida lectores de tarjetas o cintas

perforadas, pesaban toneladas y ocupaban una o más estancias. Su

contraste con los equipos de sobremesa que hoy en día pueblan buena

parte de los hogares del planeta es evidente. Del temido y mitificado

«cerebro electrónico» (así bautizó la prensa estadounidense a los

primeros ordenadores presentados a los medios de comunicación) al PC

transcurrieron menos de cuarenta años, y al notebook, menos de setenta.

Aquél fue recibido con temor e incomprensión generalizados; éstos han

entrado a formar parte de nuestra vida cotidiana y condicionan

actualmente nuestra concepción del trabajo y el ocio. Por todo esto no

se ha dudado en hablar de «revolución informática» o «tercera revolución

industrial» para referirse a los cambios que la informática ha traído en

un intervalo de tiempo sorprendentemente breve.

 

Las razones de este progreso casi milagroso han sido varias. La primera

de ellas fue el avance de la ciencia y la técnica, que permitió la

aparición de materiales y soportes con los que hoy se fabrican los

equipos informáticos, y el avance de la lógica y las matemáticas que

sirven de base a los lenguajes de programación que hacen funcionar los

ordenadores. La segunda fue el crecimiento de los mercados y de la

economía de consumo y su extensión a escala mundial tras la caída del

bloque comunista a finales de la década de 1980, que permitió el

surgimiento de la informática como negocio rentable y mantuvo los

avances técnicos cuando el fin de la Guerra Fría hizo caer drásticamente

las partidas de investigación en los presupuestos militares del mundo

occidental.

 

 

 

El chico de gafas al que le gustaba la electrónica

 

Cuando nació William Henry Gates III, el 28 de octubre de 1955, buena

parte de estos avances estaban todavía en pañales. Gates nació en el

seno de una acomodada familia de Seattle (estado de Washington, Estados

Unidos). Su padre, William Gates II (1925), era un conocido y respetado

abogado de la ciudad que durante sus estudios en la Universidad de

Washington conoció a la que acabaría siendo su mujer. Mary Maxwell Gates

(1929-1994) pertenecía a una de las más importantes familias del Gran

Noroeste. Su abuelo, J. W. Maxwell, fundó el First National Bank de

Seattle, y sus padres, Willard (también banquero) y Adele Maxwell,

pertenecían a lo más granado de la sociedad del momento. Mary destacaba

por su viveza e inteligencia, que en la universidad la llevaron a ser

líder estudiantil, mientras que Gates era un discreto, tímido y aplicado

estudiante de derecho. Aunque a primera vista pareciese que no

congeniaban, se casaron en 1951 y permanecieron juntos hasta el

fallecimiento de ella cuarenta y tres años más tarde. Mary siguió las

convenciones de la época y tras la boda abandonó su carrera como maestra

para dedicarse a su familia y a las obras de caridad, entonces una

ocupación prioritaria de las amas de casa de alta sociedad. Al igual que

sus padres, alcanzó notoriedad social, llegando a formar parte del

patronato de la Universidad de Washington y a ser directora de la

organización benéfica norteamericana United Way International.

 

El matrimonio tuvo dos hijas y un hijo. La primera en llegar fue Kristi,

nacida en 1951. Bill fue el segundo. Durante su infancia estuvo muy

ligado a su madre. De hecho, antes de escolarizarle, ella solía llevarle

a las conferencias voluntarias que impartía en escuelas de la ciudad.

Desde muy temprano demostró ser un niño taciturno y muy curioso. Sus

padres le inculcaron una educación estricta y competitiva, ya que

fomentaban entre sus hijos los juegos y competiciones, siendo

especialmente recordados en su ambiente familiar los que tenían lugar en

la casa familiar de verano en el idílico entorno de Hood Canal: eran una

mezcla de campamento y simulacro de juegos olímpicos que organizaba

todos los veranos la familia Gates. Otro de los episodios más destacados

de su infancia es que, con tan sólo siete años, Bill pudo visitar con el

resto de su familia la Exposición Universal de Seattle en 1962, dedicada

a los avances que marcarían el siglo XXI. En el certamen entró en

contacto por primera vez con los ordenadores, ya que la computación era

uno de los avances tecnológicos a los que más atención se prestó en

dicho evento, y muy posiblemente fue una de las primeras ocasiones en

las que pudo demostrar su talento natural en matemáticas y ciencias exactas.

 

Los padres de Gates eran defensores de la enseñanza pública, por lo que

el niño acudió a la escuela primaria pública, aunque para la secundaria

sus padres decidieron ingresarle en uno de los colegios privados más

importantes del estado, el Lakeside School, en 1969. La decisión paterna

estuvo ocasionada porque pensaron que su hijo estaría más atendido y

dirigido en ese centro pues había comenzado a desarrollar cierta

independencia emocional y rebeldía preadolescente en los años previos.

Allí, a los trece años, Gates se inició en la informática y la programación.

 

En aquel entonces era infrecuente que una institución educativa contase

con un ordenador entre las instalaciones dedicadas a la formación de sus

alumnos, pero Lakeside era un caso distinto. El colegio tuvo la fortuna

de que una compañía de la ciudad le ofreciese para fines educativos el

uso de su ordenador a través de una línea de teletipo con terminal en la

escuela. El Gates adolescente demostró de inmediato un gran interés por

la novedad y comenzó a pasar largos ratos en el «cuarto del ordenador»,

que también frecuentaban otros chicos de la escuela, entre los que se

encontraba uno dos años mayor que él, Paul Allen. Pese a la diferencia

de carácter evidente entre ambos (Gates era competitivo y dinámico y

Allen más tranquilo y contemplativo), entablaron amistad rápidamente y

juntos comenzaron a realizar proyectos de programación que pronto se

revelaron útiles y rentables. Así, en 1970 crearon el programa

Traff-O-Data, utilizado para medir el tráfico en el área metropolitana

de Seattle, con el que ganaron veinte mil dólares. Pese a que su buena

posición familiar podía haberle facilitado el camino en aquel momento,

Bill desde muy joven demostró querer ganar su propio dinero y labrarse

una posición propia al margen de su familia. Era la primera vez que

Gates evidenciaba cierto talento comercial, pero aquello no sorprendió

demasiado a su entorno. Según uno de sus biógrafos, Paul Andrews, «el

padre de uno de los amigos de infancia de Bill decía que tenía un olfato

especial para los negocios». Su trayectoria posterior confirmaría esta

temprana impresión.

 

Gates se graduó en Lakeside en 1973. Aunque ya con anterioridad Allen y

él habían estado explorando la posibilidad de empezar a trabajar en

compañías de informática e incluso habían hablado de crear la suya

propia, los padres de Bill insistieron en que finalizase sus estudios

acudiendo a la universidad. Este deseo se materializó en la aceptación

de la solicitud de ingreso del joven en la Universidad de Harvard, por

lo que tuvo que trasladarse desde su hogar paterno en la costa Oeste

hasta Cambridge (estado de Massachusetts). Allí pensó durante un tiempo

en seguir los pasos de su padre y estudiar derecho, pero lo que

realmente le atrajo y comenzó a absorber su tiempo fue el Harvard

Computer Center, un centro universitario en el que por fin podía tener a

su alcance ordenadores para el aprendizaje y desarrollo de programas

informáticos. De hecho, la computación era la actividad que consumía

prácticamente todo su tiempo. Como recuerda el actual director ejecutivo

de Microsoft, Steve Ballmer, que fue de los pocos amigos duraderos que

hizo Gates en la universidad, éste se entregaba con pasión a lo que

llamaba su atención: «Él estaba completamente dedicado a lo que

estuviese haciendo. Podía entrar en su habitación y tirarse directamente

sobre la cama sin desvestirse, cama que por supuesto estaba sin hacer

porque no tenía nunca tiempo para eso… Sencillamente se quedaba dormido…

con la puerta abierta y vestido de arriba abajo… y en cuanto había

descansado, ¡bum! De pie y a la siguiente cosa que tuviese que hacer».

 

Pero pronto se desencantó con el ambiente y la educación universitarios.

Intentó estudiar matemáticas, pero desistió en cuanto se dio cuenta de

que no podía ser el primer estudiante de Harvard en la materia. Al final

encontraría un motivo para dejar la universidad, y sorprendentemente se

lo proporcionó su antiguo compañero del colegio, Paul Allen. Después de

graduarse, Paul se había trasladado de Seattle a Boston (ciudad vecina a

Cambridge, donde se encontraba el campus de Harvard) ya que había

aceptado un empleo allí. En diciembre de 1974 vio la cubierta de la

revista Popular Electronics y corrió al campus para enseñársela a su

amigo. La revista llevaba la noticia del lanzamiento, previsto para el 1

de enero de 1975, del Altair 8800, el primer microordenador puesto a la

venta en el mercado. Para ambos fue evidente que una nueva era había

comenzado.

 

 

 

¿Aficionados excéntricos u hombres de negocios?

 

El Altair lo fabricaba la empresa Micro Instrumentation and Telemetry

Systems (MITS) con sede en Albuquerque (estado de Nuevo México) y su

director, Ed Roberts, estaba buscando a alguien que pudiese crear un

software específico para su producto, que había obtenido un inesperado y

gran éxito en sus primeras semanas a la venta. Paul Allen viajó hasta

Albuquerque en febrero de 1975 con un programa específico desarrollado

por Gates y él para mostrárselo a Roberts. Cuando cargó el programa en

el Altair funcionó. El director de MITS se interesó inmediatamente en lo

que aquellos dos muchachos podían ofrecerle.

 

Gates abandonó sus estudios en Harvard antes de completar su segundo año

y se trasladó también a Albuquerque. Sus padres se mostraron

profundamente decepcionados por la decisión de su único hijo varón, no

sólo por abandonar sus estudios, sino también por la elección del sector

profesional y el lugar en el que comenzar su aventura profesional. Pero

Bill no se acobardó; ese verano, Gates, de diecinueve años, y Allen, de

veintiuno, fundaron Microsoft con el objetivo de desarrollar software

específico para MITS, su principal cliente en aquel momento. Fueron

meses de mucho trabajo y de lucha constante. Lucha contra el ambiente

general entre los aficionados a la computación. Hasta entonces la

informática había sido algo de científicos y amateurs de toda condición

que se sentían atraídos por ese incipiente campo. Entre ellos el

lanzamiento del primer microordenador fue un auténtico bombazo que

sirvió para estimular el desarrollo de programas tomando como base los

que Microsoft creaba para MITS, que después ponían en común y

compartían. Bill Gates escribió una carta abierta a los aficionados

denunciando que estas prácticas equivalían a robar el trabajo que otros

estaban haciendo de forma profesional: «Como gran parte de los

aficionados deben saber, la mayoría de ellos roban el software que usan.

Por el hardware hay que pagar pero el software es para compartir. ¿Quién

se preocupa de si se ha pagado a las personas que lo han desarrollado?

¿Es esto justo? Pero todos ellos deben saber que finalmente saldrán

perdiendo». Este escrito enemistó a Microsoft con la mayoría de

aficionados y dejó claro de que desde ese momento el software comenzaba

a ser un negocio que generaba beneficios y cuyos productos estaban

sujetos a derechos que sus autores iban a defender celosamente.

 

Microsoft también tuvo que luchar por mantenerse como proveedor de

software de MITS. En primer lugar, porque su director, Ed Roberts, no

les tomaba demasiado en serio. Para él no dejaban de ser dos

extravagantes chicos amantes de los microchips y no verdaderos hombres

de negocios. Además, la empresa no marchaba de la forma que Roberts

deseaba, por lo que en mayo de 1977 tomó la decisión de venderla. El

choque con Gates y Allen fue inmediato, ya que éstos no estaban

dispuestos a perder los derechos sobre los programas que habían creado

para MITS. Roberts no cedió, Microsoft acudió a los tribunales para

reclamar lo que consideraba suyo, y ganó.

 

Sin el imán de MITS ejerciendo de ancla en Albuquerque, Microsoft pronto

cambió de sede. A finales de 1978 y con ventas próximas al millón de

dólares, la empresa se trasladó a Seattle. Allen y Gates estaban felices

de volver a casa, pero no iba a resultar fácil ya que había desaparecido

su principal cliente. Para Bill el regreso fue además una reconciliación

con sus padres, que ahora fueron de gran ayuda para asegurar que la

empresa se asentase en el estado de Washington. Bill se convirtió de

hecho en el principal agente de marketing de la compañía, y en sus

operaciones acudió frecuentemente a su madre para que usase de su

influencia y le abriese importantes puertas en su nueva ubicación. Bill

Gerberding, antiguo rector de la Universidad de Washington, recuerda que

«Mary formaba parte de varios consejos de dirección como el de nuestra

propia universidad. Estaba en el consejo nacional de United Way, donde

también estaba el director general de IBM… y así es como su hijo conoció

al director general de IBM, a través de ella».

 

 

 

El gran salto

 

IBM (International Business Machines) era una de las más antiguas

empresas presentes en el sector de la informática. De hecho había sido

la primera en comercializar calculadoras y computadoras electromecánicas

en los años cincuenta, antes de que apareciese la revolucionaria novedad

del microprocesador que en los setenta permitió la creación de los

microordenadores. Evidentemente no quería quedarse al margen del

importante mercado que se abría y a comienzos de los ochenta estaba

preparando el lanzamiento de su propio microordenador, bautizado con el

nombre de PC (Personal Computer). Para ello necesitaba que una empresa

desarrollase el software adecuado para el PC, indispensable para el

éxito comercial de la operación. Esa empresa fue Microsoft y Gates fue

quien lo hizo posible. En noviembre de 1980 tuvieron lugar los primeros

encuentros entre directivos de IBM y la pareja Gates-Allen. El desafío

era importante: el fabricante de ordenadores deseaba un sistema

operativo propio para sus aparatos, y de nuevo la juventud de sus

interlocutores no le convenció al principio. Allen y Gates recurrieron a

un golpe de efecto para hacerse con el encargo. Convencieron a la

compañía para que les ofreciese una oportunidad, compraron por cincuenta

mil dólares un sistema operativo ya existente (DOS, Disk Operating

System) y lo adaptaron a los ordenadores de IBM, creando el MS-DOS

(Microsoft Disk Operating System). Después de presentar el producto al

cliente, éste no sólo quiso que se instalase en sus ordenadores, sino

que solicitó la compra a Microsoft del código fuente y sus derechos,

opción a la que Gates y Allen se negaron. Debido a ello IBM se vio

obligada a pagarles una licencia de instalación de cada copia del

sistema operativo en sus máquinas. Poco después, Microsoft comenzó a

vender su sistema operativo a otros fabricantes de ordenadores que se

fueron introduciendo en el mercado a imitación de los productos de IBM.

El resultado fue que hacia 1983 un treinta por ciento de los ordenadores

del mundo funcionaban con software de Microsoft, cuyos beneficios

ascendieron a los dieciséis millones de dólares.

 

Pero IBM no fue la única empresa importante para la que comenzaron a

trabajar. En abril de 1976 dos antiguos amigos de instituto que una vez

graduados habían trabajado para empresas informáticas de Silicon Valley,

Steve Wozniac y Steve Jobs, fundaron su propia empresa: Apple Computer.

En 1980 alcanzaron importantes niveles de ventas y prestigio en el

sector gracias a su microordenador Apple III, al que siguió el que se

ganó la reputación de «máquina perfecta», el Macintosh. Este éxito se

basaba en la incorporación de componentes externos y una presentación

gráfica que hacían mucho más fácil e intuitivo el uso del ordenador, lo

que permitió atraer a buena parte del público que hasta entonces

rechazaba la informática por considerarla algo difícil y sólo apta para

iniciados. Microsoft fue contratada para desarrollar algunos de los

programas destinados a los ordenadores Apple, aunque pronto la

colaboración entre ambas empresas acabó convirtiéndose en competencia.

 

 

 

Navegando en solitario

 

En 1983 Microsoft experimentó un cambio de importancia capital. En aquel

año Paul Allen se vio obligado a apartarse de su actividad profesional

debido a que se le había diagnosticado la enfermedad de Hodgkin, un tipo

de linfoma. Aunque superó la enfermedad nunca volvió a incorporarse a la

primera línea de trabajo en la empresa que había cofundado. Para Bill

Gates fue un duro golpe personal y le obligó a cambiar todo el

planteamiento de cómo trabajaba la compañía, donde la sensación de

pérdida irreparable fue generalizada. Su biógrafo Paul Andrews definió

así la situación: «La Historia está demostrando que su conjunción daba

como resultado un dinamismo increíble… Habitualmente los comparo con los

Beatles Lennon y McCartney. Las canciones que escribieron juntos son las

que recordamos siempre y las que ponemos una y otra vez. Eran grandes

escritores de canciones por separado, todavía escuchamos las canciones

que cada uno compuso. Pero juntos eran todavía más grandes que la suma

de las partes. Paul y Bill eran también así».

 

Bill Gates se convirtió de este modo en el único responsable a la cabeza

de Microsoft. En abril de aquel año fue elegido por la revista Time como

el representante de una nueva generación de hombres de negocios cuyo

mérito residía en comprender y liderar no sólo el campo del avance

tecnológico sino el de la estrategia empresarial. De hecho habían

llamado la atención poderosamente las rutinas de trabajo que se

aplicaban en Microsoft, que a menudo se habían descrito como «un

campamento veraniego de matemáticas», donde la capacidad creativa y el

bombardeo de ideas jugaban un papel esencial. Gates se rodeaba de

equipos muy dinámicos en los que el reto de presentar nuevas ideas era

constante y en el que el ritmo de trabajo era frenético y absorbente.

Jeff Raikes, de Microsoft, todavía recuerda que una mañana, la nueva

secretaria de Gates, Miriam Lubow, «llegó y no sabía si llamar a la

policía porque había un tipo durmiendo debajo de un escritorio. Resultó

que era Bill».

 

A ello se habían unido una rápida internacionalización (la compañía

abrió su primera delegación en Tokio en 1977 y en Europa al año

siguiente) y diversificación de los productos desarrollados. Ya no eran

sólo sistemas operativos, sino aplicaciones que aumentaban

exponencialmente la utilidad práctica de los ordenadores y, por tanto,

el número de sus potenciales compradores. En 1983 lanzó al mercado el

procesador de textos Word y en 1986 un entorno gráfico para su sistema

operativo MS-DOS que hacía mucho más asequible el trabajo informático:

Windows. Los usuarios se dieron cuenta rápidamente de que muchas de sus

características (el uso imprescindible del ratón y el de iconos para la

ejecución de comandos, entre otras) lo hacían sospechosamente similar al

sistema operativo de los Macintosh de Apple. La polémica fue mayúscula,

puesto que Apple había otorgado a Gates pleno acceso al software del

nuevo Macintosh cuando la compañía de la manzana era todavía cliente de

Microsoft. Gates había intentado comprar una licencia de uso para

incorporar algunas de las novedades de Apple en sus programas, pero la

estrategia de esta compañía consistía en vender sus propios ordenadores

con su propio sistema operativo, por lo que desecharon la solicitud de

Microsoft. Gates procedió entonces a aplicar algunas de las novedades de

Apple a sus programas. Las dos compañías se amenazaron mutuamente: Apple

con demandar a Microsoft por Windows, Microsoft con denegar a Apple el

acceso a software de su propiedad que necesitaba para sus ordenadores.

Las demandas no se hicieron esperar mucho, y finalmente Gates ganó ante

los tribunales cuando logró demostrar que, pese a las apariencias

formales, cada función individual de Windows era diferente a sus

análogas en Macintosh.

 

En 1986 se produjo un nuevo salto cualitativo en la escalada de la

compañía. Microsoft salió a Bolsa, y Gates conservó el cuarenta y cinco

por ciento de las acciones. Pero no todo el mundo veía con buenos ojos

el éxito creciente de la compañía: la omnipresencia de sus productos

estaba empezando a levantar ampollas. Uno de los primeros inconvenientes

que se presentó fue que IBM decidió prescindir del sistema operativo de

Microsoft para desarrollar el suyo propio (bautizado con el nombre de

OS/2). Irónicamente, la empresa de Gates había tenido cierto papel en su

desarrollo. El envite era importante ya que IBM era el principal

fabricante de ordenadores y podía privar a Microsoft de una importante

cuota del mercado del software. Pero su respuesta fue potenciar y

actualizar la apuesta por Windows, cuyo resultado fue el lanzamiento de

Windows 3.0 el 22 de mayo de 1990. Fue todo un superventas. A comienzos

de esa década la lucha por el mercado se produjo entre estos dos

sistemas operativos, y finalmente OS/2 fracasó estrepitosamente. Ese

mismo año vio la luz el paquete de programas de ofimática Microsoft

Office, que reunía varios de los programas previamente desarrollados por

la empresa (Word y la hoja de cálculo Excel, entre otros) e introducía

mejoras sustanciales. Otra vez el éxito del producto fue arrollador,

dando importantes beneficios y cuota de mercado a su fabricante.

 

 

 

Éxito comercial y problemas legales

 

Sin embargo no todo fue éxito en estos años, ya que fue entonces cuando

la Comisión Federal de Comercio comenzó a investigar las denuncias

contra Microsoft por abuso de posición dominante en el mercado. Se

acusaba a la empresa de bajar los precios de sus productos para eliminar

posibles competidores y de obligar a los fabricantes de hardware a pagar

tasas y derechos incluso si no llegaban a instalar el sistema operativo

de Microsoft en sus aparatos. Desde ese momento el éxito de Microsoft

fue acompañado de un deterioro de su imagen pública y de la de su

fundador, que era presentado por los medios, no ya como el talento del

siglo, sino como un rudo hombre de negocios sin escrúpulos. El

Departamento de Justicia del gobierno de Estados Unidos abrió una nueva

investigación en 1993 y llegó a acusar formalmente a Microsoft por

prácticas abusivas. Finalmente el caso fue archivado en julio de 1994

cuando Microsoft aceptó renunciar al cobro de ciertas tasas por derechos

de software a los fabricantes de ordenadores. Pero fue una tregua

temporal. En octubre de 1997 el Departamento de Justicia presentó una

demanda contra Microsoft ante la Corte del Distrito Federal acusando a

Microsoft de violar el acuerdo de 1994.

 

Para la compañía fue un momento duro: los frentes legales se

multiplicaban y el valor en Bolsa de las acciones caía continuamente

pese al éxito de sus productos informáticos. Gates, haciendo gala de su

talento para el marketing, atrajo la atención con iniciativas llamativas

para contrarrestar la imagen peyorativa que de él daban los medios, como

comparecer en una de las convenciones comerciales disfrazado de Spock de

Star Trek. Estas actividades estuvieron acompañadas de medidas para

rebajar la tensión dentro de la compañía, entre las que destacó la

organización de una competición lúdica veraniega para sus trabajadores

que llamó «Micro-Juegos», inspirados en el recuerdo de las actividades

de su niñez en Hood Canal.

 

Fue en uno de esos eventos donde le presentaron a una de las nuevas

ejecutivas contratadas por la compañía, Melinda French. Pronto comenzó

entre ellos una relación especial y el hombre glacial y sin sentimientos

que presentaba la prensa acabó contrayendo matrimonio con Melinda el 1

de enero de 1994 en Hawai. No fue el único acontecimiento importante en

la vida personal de Gates durante ese año. Poco después de la boda la

familia recibió la noticia de que su madre, Mary, padecía cáncer de

mama, enfermedad de la que falleció en la madrugada del 10 de julio de

1994. Fue un duro golpe para el director de Microsoft y una de sus

consecuencias inmediatas fue la de aumentar su interés por las

actividades filantrópicas, especialmente por las relacionadas con la

investigación sanitaria en general y la enfocada a la cura de

enfermedades en particular.

 

Para superar la crisis Gates decidió diversificar la actividad de la

empresa. Convencido desde finales de los ochenta del campo que se abría

a la informática en materia de información y entretenimiento, posibles

gracias al desarrollo de la tecnología multimedia, creó una división

multimedia en 1989. Uno de los primeros frutos de esta iniciativa fue la

comercialización en 1993 de la Microsoft Encarta, la primera

enciclopedia multimedia en soporte CD-Rom. Siguiendo con esta

estrategia, en 1996 creó un operador de televisión por cable con la

cadena NBC-Universal llamada MSNBC. Ésta fue la línea que mantuvo en la

década siguiente cuando Microsoft desembarcó en nuevos campos como el de

las videoconsolas.

 

1995 fue un año de remontada para Microsoft. En esa fecha lanzó al

mercado un nuevo sistema operativo, Windows 95, que comenzó una larga

serie (Windows 2000, XP, Vista y 7) que le ha llevado a afianzar una

extraordinaria posición en el mercado mundial del software. Pero también

fue la fecha en que comenzaba a abrirse un nuevo campo para la

informática y en el que la compañía de Seattle no estaba tan preparada:

internet. El desarrollo de redes de información que conectaban

ordenadores distantes a través de grandes servidores había tenido su

inicio como toda la informática en el contexto de la Guerra Fría: en

1967, el gobierno de Estados Unidos hizo pública la existencia de la red

militar de información ARPANET, primer antecedente de las modernas redes

informáticas mundiales de información. A mediados de los noventa la

puesta en marcha de la World Wide Web, red de servidores que permitían

la conexión de ordenadores de todo el mundo, disparó la demanda de

programas que gestionaban dichas conexiones, los llamados «navegadores».

Las ventas estaban dominadas por la compañía Netscape, cuyo navegador

homónimo era el más demandado. La respuesta de Gates fue contundente.

Desarrolló su propio navegador, Internet Explorer, y decidió incluirlo

en todas las copias de Windows que se instalasen en nuevos ordenadores.

Inmediatamente se le acusó de guerra sucia para eliminar a la

competencia. El resultado fueron nuevos problemas legales: en 1998 se

abrió una causa antimonopolio contra Microsoft promovida por el gobierno

de Estados Unidos y diecinueve de los estados de la Unión. El propio

Gates tuvo que comparecer ante el Senado para defender sus tácticas

comerciales. En 2000 un juez federal ordenó dividir la compañía en dos y

sólo cuando se llegó a un acuerdo con el Departamento de Justicia en el

año 2002 la causa fue archivada.

 

La proliferación de nuevos pleitos por las prácticas comerciales de la

compañía produjeron que la mala imagen de ésta se perpetuase y que las

autoridades de otros países comenzasen a investigar las actividades de

Microsoft en sus respectivos mercados. En 2004 la Comisión Europea

inició acciones legales contra Microsoft por monopolio y abuso de

posición dominante; fue condenada a una multa millonaria y a realizar

modificaciones en sus productos. El cumplimiento de la condena no fue

del todo satisfactorio para la Comisión, que en 2008 impuso una nueva

multa a la compañía por su falta de celo a la hora de cumplir con la

pena que se le había impuesto.

 

 

 

¿Un discreto segundo plano?

 

A mitad del proceso, en el año 2000, Bill Gates sorprendió a la opinión

pública al anunciar que abandonaba la primera línea en la dirección de

Microsoft. El puesto de director general de la empresa fue cedido a su

amigo de Harvard Steve Ballmer, permaneciendo como arquitecto jefe de

software y presidente de la compañía. Gradualmente ha ido abandonando el

trabajo diario en la misma: en junio de 2006, Craig Mundie asumió las

responsabilidades de jefe de estrategia e investigación, y finalmente en

junio de 2008 anunció su abandono de la actividad cotidiana en Microsoft

para centrarse en su trabajo en actividades filantrópicas.

 

Completando el camino que inició a la muerte de su madre, y continuando

en buena medida el camino iniciado por ella, Bill Gates y su esposa

fundaron en 2000 la Bill & Melinda Gates Foundation, institución a la

que cada vez ha dedicado más tiempo. Pese a mantener el puesto de

presidente no ejecutivo de Microsoft y ejercer de asesor para la

empresa, Gates ha ido retirándose de la actividad empresarial para

dedicarse de lleno a la benéfica. La fundación fue diseñada con tres

líneas esenciales de actuación: la lucha contra las enfermedades, la

promoción del desarrollo en los países del Tercer Mundo y la mejora de

la educación y las oportunidades de los menores. Especial impulso se ha

dado al primero de los puntos, ya que la ambición de la fundación era

evitar las muertes de miles de personas en el mundo por enfermedades que

tienen una cura disponible hoy en día pero que por motivos económicos no

pueden llegar a países desfavorecidos. Asimismo, la lucha dentro del

tercer programa citado por facilitar el acceso a internet y a la

informática a los necesitados (contribuyendo así a cerrar la que se ha

venido a llamar «brecha digital») ha sido otro de los objetivos

prioritarios de la fundación.

 

Sin embargo, la actividad de Gates no se ha limitado en los últimos

tiempos a su fundación. A comienzos de los noventa fundó una empresa

dedicada a la compilación y servicio de imágenes de todo tipo: Corbis.

La idea era hacer un gran banco de imágenes en soporte informático que

pudiese servir de recurso a profesionales de la publicidad, el

marketing, los medios de comunicación y la edición. Fue una idea de

éxito y los objetivos iniciales se cubrieron con rapidez. A éstos se

fueron uniendo otros que son los que han cobrado mayor protagonismo en

la última década. Efectivamente, Gates ha volcado grandes dosis de

esfuerzo en conseguir la conservación digital de imágenes de

procedencias muy variadas, incluyendo colecciones históricas de frágil

conservación en su soporte original. Para ello financió la construcción

de dos instalaciones diseñadas a propósito para lograr que dicho

patrimonio llegase a las generaciones futuras. La primera de ellas es la

Film Preservation Facility (FPF) en Pensilvania (Estados Unidos) y la

segunda la Sygma Acces and Preservation Facility situada en las afueras

de París (Francia).

 

También otras facetas de Gates son reseñables, como su pasión por los

libros y la lectura. Ha participado en varias publicaciones sobre su

persona y su actividad empresarial y es autor en solitario de dos

libros: The road ahead (traducido al castellano como Camino al futuro,

1995, que tuvo una segunda edición revisada en 1997) y Business at the

speed of thought (traducido como Los negocios en la era digital, 1999).

Una de sus acciones de mayor trascendencia pública fue la adquisición en

1994 por más de treinta millones de dólares del llamado Códice Leicester

o Códice Hammer, el último manuscrito de Leonardo da Vinci conservado en

manos privadas y el único en una colección estadounidense, que contiene

una gran colección de escritos científicos del genio del Renacimiento

italiano. Esa pasión por los libros ha llevado a que en la Bill &

Melinda Gates Foundation uno de los programas destacados de su labor en

Estados Unidos sea el de financiación y promoción de bibliotecas.

 

Entre 1995 y 2009 (excluyendo el año 2008) fue coronado por la revista

Forbes como el hombre más rico del mundo. Como se puede deducir de lo

afirmado hasta aquí, el origen de la fortuna de Gates puede ser

discutido. Si procede de su esfuerzo personal, de las posibilidades de

promoción que le proporcionó su entorno familiar, de malas prácticas

empresariales mantenidas en el tiempo o de un talento genial para la

informática que le ha permitido ver oportunidades de mercado donde sus

competidores no fueron capaces, es algo que seguirá estando sujeto a

controversia durante mucho tiempo. El paso de los años y el alejamiento

de Gates del primer plano de la actividad económica permitirán poco a

poco ir otorgando a su trayectoria una dimensión más ajustada. De lo que

no cabe duda es de que se trata de un personaje cuya labor durante años

ha determinado el curso de una revolución tecnológica que ha entrado en

la vida cotidiana de buena parte de la población del planeta.

Evidentemente no ha sido el único protagonista de este proceso, complejo

y diverso donde los haya, pero más allá de polémicas, su vida es ejemplo

de una generación que promovió la irrupción de la microinformática en la

sociedad y la economía desde mediados de la década de 1970, y, en esa

medida, la de alguien que ha dejado una base sobre la que se está

construyendo hoy en día el futuro.

 

 

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