Misterio tras misterio nos rodean, así el viento y la nube, el subir silencioso de la savia por las ramas del árbol, el oficio secreto de los cuerpos vivientes o el cantar dialogante de los pájaros, y sus apariciones y desapariciones.
II
Y esto pudimos aprender de una vez: la memoria ni odia ni ama. En su ir y venir todo lo ve, los placeres fugaces y los días crueles, las tierras arrasadas.
III
Nadie quiera soñar con la muerte, porque en ella no habrá ni una imagen del sueño de los días.
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