Se me quedó en lo hondo
una visión tan clara,
que tengo que entornar los ojos
cuando recordarla.
A un lado hay un calvero de solares,
al otro están las casas alineadas,
porque esperan que de un momento a otro
la primavera pasará.
Las sabanas,
aún goteantes, penden
de todas las ventanas.
El viento juega con el sol en ellas,
y ellas ríen el juego y de la gracia.
Y hay niñas bonitas
que se peinan al aire libre.
Cantan
los chicos de una escuela la lección.
Las once dan.
Por el arroyo pasa
un viejo cojitraneo,
que empuja su carrito de naranjas.
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