En una de las paredes vi un anaquel. Abrí un volumen al azar; las letras eran claras e indescifrables y trazadas a mano. Sus líneas angulares me recordaron el alfabeto rúnico, que, sin embargo, solo se empleó para la escritura epigráfica. Pensé que los hombres del porvenir no solo eran más altos sino más diestros. Instintivamente miré los largos y finos dedos del hombre. Este me dijo: -Ahora vas a ver algo que nunca has visto. Me tendió con cuidado un ejemplar de la Utopía de More, impreso en Basilea en el año 1518 y en el que faltaban hojas y láminas. No sin fatuidad repliqué: -Es un libro impreso. En casa habrá más de dos mil, aunque no tan antiguos ni tan preciosos. Leí en voz alta el título. El otro rió. Jorge Luis Borges. Utopía de un hombre que está cansado», El libro de arena. Madrid: Ultramar; Buenos Aires: Emecé, 1975, págs. 126-127. |
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