I
De súbito ocurrió:
Yo empezaba a ser otro
Atropelladamente
Feo, muy feo, Torvo,
Algo se sublevaba
Contra ese poderío
Que el corazón y el mundo
Concierta en un latido.
¡Oh dolor! Siempre ajeno,
Suplantaba a mi voz,
Que en algún ¡ay! -herido,
caído- se quebró.
Mientras, yo resistía
-Bajo mí mismo oculto-
Negándome al presente,
Cortando por segundos
De error aquella torpe
Lentitud en pasar.
¿Qué hacer? Mis soledades
Se erguían contra el mal.
II
Poco a poco sufriendo
Más realidad abrazo.
¿O es ella me estrecha,
Profundamente en acto?
Verdad es: hay suburbios,
Y atroces. Para mí
Son ya tan fabulosos
Que no los sé eludir.
¡Ay! Yo también comparto
Desiertos donde yacen
Muchedumbres de seres
Perdidos en su carne.
¿Confusión? Apretura
De vida indivisible.
No hay otra. ¡Dure, pues !
En su afán he de hundirme.
Siga, siga mi rumbo
Por la gran realidad.
Y... ¿no habrá de elegir
Resistiendo y ganar?
III
Quiero mi ser, mi ser
integro , Toda el alma
Se ilumina invocando
Las horas más cantadas.
Yo no soy mi dolor.
¿Mío? Nunca. No acoge
Mi poder. Anulado.
Me pierdo en el desorden.
Padecer da saber.
¿Y qué, si me arrebata,
Frente a las hermosuras
Divinas, toda el ansia?
Padecer, sumo escándalo.
¿No me envuelve en discordia
Bárbara con mi esencia,
Mi destino, mi norma?
Pase, pase el embrollo,
Vuelva la paz y déjeme
Resucitado ser
Dentro de mi presente
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