“Es una novela muy suave, llena de sensibilidad y humor, y tiene momentos en los que no puedes parar de reír. Por ejemplo, la protagonista llena su casa de rollos de papel higiénico porque trabaja en una fábrica de celulosa. Al mismo tiempo es uno de esos libros finos que te hablan en un registro menor sobre cómo es el alma humana, que es al fin y al cabo el objeto final de la literatura”.
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