Hablar de un peso extraño, acaso de un fantasma
que carece de cuerpo y que disponesus huellas en las cosas sin que nadie lo advierta.Sugerir esa sombra que en la nocheva manchándolo todo, y procurar a un tiempoevitar cualquier clima misterioso.La escena es cotidiana: cuando termina el díahay un hombre sentado en la terraza, lo acompañanun cigarro de hoja y una música.la tercera persona y el veranoconvendrían al tema, y parece preciso a estas alturasque el lector adivine lo que tienede vulgar y de única esa noche.Intentar ayudarlo a través de una imagenque no sea difícil y que adorne el poemacon su brillo discreto, por ejemplo:ese habano que ayer ardió también,y mañana arderá y que sin embargoahora mismo se quema para siempre en la boca.Que se intuya que el día no fue nada especial,y que no hay sentimientos en desordenque a la noche contagien la emociónque hay ahora en la noche.Que arda áun el habano en las manos del hombre,que esa brasa se encienda todavía un momentocomo si fuera un símbolo, y que no quede clarosi se habla del brillo o se habla del humo.Aprovechar el humo para hablar del fantasmaque en el verso primero carecía de cuerpoy manchaba las cosas con sus huellas.Conseguir que el lectorarrastre su memoria por las cosascomo arrastra un fantasma sus cadenas,y así sienta ese peso, porque ese es el pesoque cada corazón va dejando en su noche,hasta que todo adquiere el peso exactode cada corazón.