EL PUEBLO LLANO

El Reino de León, llamado así cuando la monarquía astur pasó su corte de Oviedo a León en el 910, no era un reino medieval al estilo feudal europeo. Si bien los magnates terratenientes (nobles y obispos) tenían una enorme importancia e influencia en el destino de la política a seguir, sobre todo en el Aula y la Curia Regia, el pueblo llano tenía en muchos aspectos una consideración política propia y, en el caso de los concejos vecinales, incluso su propio sistema democrático.
Lo que diferencia al reino asturlegionente (en esencia lo que llamamos Reino de los Astures en la antigua Gallaecia romana y la Bardulia castellana es el mismo políticamente que el Reino de León, que cambia de sede regia) de los otros estados monárquicos medievales europeos es que éste tiene que esforzarse en repoblar territorios recuperados a los musulmanes, que habían tomado gran parte de la península ibérica en su campaña del 711 al 714. Ese afán repoblador tenía que ir acompañado obligatoriamente por una serie de beneficios a los que se asentaban en tierras por debajo de la Cordillera Cantábrica o el Miño, ya que quedaban al descubierto de las algaradas, las incursiones violentas de los musulmanes, también llamadas ‘razias‘ o ‘aceifas‘.
En realidad las razias o incursiones también podían proceder de otros terratenientes cristianos, tanto de otros reinos o condados, así que la clase baja del territorio leonés fue exigiendo una serie de privilegios para acompañar a los militares a lo que se llamaba ‘zona de frontera’. La primera de ellas los valles por debajo de la cordillera cantábrica (en el que se incluirían ciudades tan importantes como León, Astorga, Palencia, Burgos, y la hoy portuguesa Braga. La segunda, fue la que llegaba hasta el río Duero, donde se podría encontrar ciudades como Oporto, Zamora, Toro y Gormaz. Antes del año mil hacia el Sur había traspasado el cauce del Duero y había llegado a Viseu en portugal, Salamanca, Ávila, Segovia y Sepúlveda.
Pero las aceifas de Almanzor al terminar el siglo IX, y la debilidad del reino leonés tras haber tenido cinco reyes en los últimos treinta años, hicieron retroceder la frontera política a la línea del Duero, y la social casi hasta la primera línea de expansión del reino de los astures. Se amplió la hoy mal llamada ‘tierra de nadie’ debido a la enorme destrucción provocada por el gran general islamita (Almanzor significa ‘El Victorioso‘).
Es entonces, tras su muerte, cuando el territorio de la monarquía legionense tiene que volver a recuperar el terreno perdido; aprovechando la debilidad de los sucesores del estratega musulmán que llegó a destruir hasta la ciudad de León (aunque no pudo con sus fuertes murallas y esto la salvó de desaparecer de la Historia). Y así, pasado el año mil, el poder del pueblo llano comenzó a presionar para conseguir un cambio en la legislación que les dotara de derechos, defensa y privilegios, y reconociera la improtancia de los hombres libres que habían ido repoblando hacia el Sur con alto riesgo de sus vidas y que tenían que volver a hacerlo de nuevo.
PROPIETARIOS, HOMBRES LIBRES Y SIERVOS
Mientras en Inglaterra, Francia, el Imperio Sacro Germánico y la misma penínsla Italiana (por no hablar de los estados medievales del Este de Europa), sólo la burguesía de las ciudades podía considerarse ‘libre’ con respecto a nobles y eclesiásticos. En Europa lo común era que los demás miembros de la plebe eran siervos de la gleba, casi sin derechos.
Pero en el reino legionense la cosa distaba notablemente para la clase baja. Por los esfuerzos de la repoblación ésta se dividía en pequeños propietarios libres y comerciantes de las ciudades, hombres libres y siervos (generalmente prisioneros de guerra). Los hombres libres eran de varios tipos, generalmente cristianos, y se distinguían entre los ‘hombres de las mandaciones’ o ‘iunarios’ que no tenían propiedad de tierras pero sí libertad de nombramiento (los que solían acudir a las repoblaciones) y los libertos, los siervos que recibían la libertad y con libertad de movimiento (pero que estaban obligados a entregar limosnas en fechas señaladas).
Entre los siervos, escasos y la mayoría prisioneros de guerra, se contaban los que estaban al servicio del Rey (que podían incluso adquirir bienes libremente, pero no venderlos), los ‘adscritos’ que trabajaban la tierra y si ésta se vendía o heredaba iban en el lote (no podían contraer matrimonio sin permiso) y los más abundantes, los ‘domésticos’, aquellas personas que estaban unidos por contrato de vasallaje a un noble o a una orden eclesiástica que tenía obligación de defenderles. Los adscritos serían lo más similar a los siervos de la gleba europeos (dependientes de un señor por heredad o compra de terrenos) y los domésticos a los vasallos.
Con esta composición social del pueblo llano las ‘repoblaciones’ se efectuaban con distintos sistemas que implicaban la realización de acuerdos entre los terratenientes a los que les correspondían por derecho de batalla o designación regia ciertos territorios (con los siervos dependientes a su cargo) y los hombres libres, aparte de los infanzones (caballeros y soldados de a pie) que hacían fortuna en la frontera.
Así, a partir del siglo IX comienzan a firmarse cartas pueblas que apuntan una serie de condiciones para los habitantes de ciertas villas y lugares. Y que son de tres tipos: las de concesión real, las de lps señores y las eclesiásticas. Los últimos estudios apuntan que la menos restrictiva para sus firmantes era la carta puebla regia y las que menos libertades ofrecían eran las eclesiásticas. En esencia los habitantes de una villa o territorio en la frontera obtenían una serie de derechos o privilegios, fueran dados por los señores o el propio concejo vecinal, que luego se terminaron llamando ‘Forum’ (del latín ‘Foro’, como la plaza pública romana donde se hacía la vida pública y se defendían los derechos por parte de los abogados). De ahí el nombre fueros, o foros. Incluso hoy en día ‘foro’ significa “protección”.
EL FUERO DE LEÓN
Es el Fuero de León de 1017 el que consigna por primera vez el esfuerzo regio por integrar esos acuerdos y protocontratos de los ciudadanos con los terratenientes en un texto legal que supere al ‘Liber Iudiciorum’, el máximo texto legal visigodo, ampliándolo y ajustándolo a la realidad de los tiempos del primer milenio. Un avance importantísmo porque en la Edad Media se consideraba que “cuanto más antigua la Ley, más trascendente era”. Así, en Curia Regia Plena, con voto de nobles y eclesiásticos, y presencia popular (sin voto), se legislan 48 preceptos que implementan el Fuero Juzgo antiguo por primera vez en la Edad Media Hispánica. Se conocerán como los Decreta de 1017, promulgados por el Rey Alfonso V y su reina Elvira.
Los primeros 20 para todo el reino, es decir, una nueva legislación que se añadía al Liber Iudiciorum (siete artículos dedicados a asuntos eclesiásticos, otros siete sobre los hombres libres y seis sobre las relaciones con la nobleza), y los siguientes 28 concretos para la ciudad de León (privilegios para su repoblación, exención de impuestos, facilidades para construir edificios, creación de un concejo vecinal, derechos de comercio y regulación del mercado, derechos de la mujer, penas sobre delitos, e inviolabilidad del domicilio).
El Fuero de León tuvo un impacto posterior poderosísimo, ya que todos los fueros locales y cartas pueblas (la legislación de los hombres libres) posteriores se basaron en él. Es la primera vez en la Edad Media Europea que se integran de igual a igual los derechos del pueblo llano en los usos legales. 171 años más tarde, esto devengaría en la inclusión del voto popular en las Curias Regias Legionenses.
Lo que se ha venido a llamar las Cortes de León 1188, el primer voto estamental del Antiguo Régimen (que duraría en Europa seis siglos completos hasta la Asamblea de la Pelota de 1789 con el inicio de la Revolución Francesa). Son los conocidos Decreta de Alfonso IX que son considerados por la Unesco como “el testimonio documental más antiguo del sistema parlamentario europeo“.
O más popularmente, la CUNA DEL PARLAMENTARISMO. Sin duda León lo es, porque su desarrollo comenzó en los albores del año 1000 de la Era Cristiana con el Fuero de León, donde se dejaron por escrito los primeros Derechos Humanos del mundo.

LA CURIA REGIA

El Reino de León, como cualquier otro en las cercanías del año mil europeo, tenía una estructura de nobleza y de pueblo llano. Aunque se diferenciaba de los demás en la forma de llevar adelante los asuntos públicos y acordar las políticas a seguir, ya que desde el siglo IX se reunían los nobles y eclesiásticos con el rey en Curia Regia para redactar las normativas a seguir.
El reino de los astures, que nació en la segunda mitad del siglo VIII y que ocupaba el norte de la antigua provincia de la Gallaecia romana (lo que sería Asturias, Galicia, León, Zamora y el norte de Portugal) se configuró en torno a la figura de un monarca no por la Gracia de Dios, sino por el consentimiento del pueblo. Es decir, que los nobles y los altos eclesiásticos tenían mucho que decir en el gobierno del territorio.
Así, la tradición del reino asturleonés en lo legislativo se determinó mediante varios sistemas: los presenciales y los asamblearios. El presencial era el Aula Regia, que venía a ser lo que era la Corte: una representación en el día a día palaciego de consejeros regios tanto de los obispos como de los nobles. En los asamblearios hay dos importantes: los de los magnates (los nobles y altos eclesiásticos) y el del pueblo llano, en concejo vecinal.
Los sistemas asamblearios del ‘Regnum Legionensis’, hasta 1188 cuando crea el voto estamental con participación ciudadana, son cuatro. Uno, el eclesiástico, acude a los Concilios; herederos de los visigóticos (del siglo V al VIII) y en los que el rey se reúne con los obispos para determinar ciertas legislaciones.
De esos concilios visigóticos surgió en el 642 el Fuero Juzgo (la ‘Lex Gothica’ o el ‘Liber Iudiciorum’, el Libro de los Jueces). Los concilios asturlegionenses se dedicaban a gestionar ciertas interpretaciones del ‘Libro’ (así lo llamaban) porque se cree que pudo ejercer a modo de tribunal supremo de justicia y dejar claros los privilegios eclesiásticos en el reino, para evitar problemas con el reparto de tierras y conflictos con nobles y hombres libres.
El segundo sistema asambleario es el Pallatium. Una reunión de los nobles y guerreros con el rey. Es una de las primeras asambleas de magnates sin participación de los eclesiásticos. Está certificado que la primera reunión de este tipo, para definir la estrategia de guerra y repoblación, en el reino de los astures fue proclamada por Alfonso II el Casto en la corte ovetense en el año 832, casi un siglo anterior al Althingi islandés.
El tercero serían los concejos vecinales, de los cuales se tienen referencias desde el siglo IX. Una reunión de vecinos de una localidad para gestionar los bienes y terrenos vecinales. Su particularidad es que todos los vecinos de aquellas villas podían votar sobre estos asuntos, independientemente de si habían nacido allí o no.
Este sistema de voto directo democrático es tan poderoso y está tan imbuido en el espíritu democrático de los leoneses, que aún hoy en día más de 1.200 pueblos de los 1.440 de la provincia de León mantienen su propia junta vecinal en la que cualquier vecino puede reclamar este tipo de decisión para cualquier asunto relacionado con las posesiones del pueblo.
LA CURIA REGIA
El cuarto sistema asambleario asturlegionense es el más importante de todos, ya que une los concilios y el palatinado en una sola reunión de nobles y obispos con el Rey. Es la Curia Regia, que es una reunión general de todos los magnates (que eran aquellas personas que podían levantar una mesnada, convocar y dirigir un grupo de soldados) en la que interpretar las leyes. Este tipo de curia terminó ejerceciendo de tribunal supremo de justicia y es antecedente, a su vez, del Consejo Real. En el caso del Reino de León agrupaba a todos los representantes del territorio romano aún conocido en Europa como Gallaecia y la vieja Bardulia, conocida hoy como Castilla.
El rey convocaba una Curia Plena (o Pregonada), donde se reunían los prelados de alta jerarquía y grandes nobles del reino. La primera Curia regia leonesa fue convocada por Alfonso V en 1017, precisamente para reinterpretar el Liber Iudiciorum y añadirle a él una serie de preceptos que permitieran repoblar todo su reino tras las correrías de Almanzor, y especialmente la urbe regia leonesa.
Esta asamblea contó con algo especial, la presencia del pueblo llano con voz pero sin voto; porque se creó en ella el Concejo de la ciudad de León (a modo de los concejos vecinales de las villas). Más o menos lo mismo que ocurrió en Carrión de los Condes en 1188, con presencia sin voto en la Curia Regia del Reino de Castilla de representantes de la clase baja, pero 170 años antes. En 1345 León pasó a ser uno de los primeros regimientos o municipios de España por orden de Alfonso XI, extinguiendo al ‘molesto’ concejo vecinal y sustituyéndolo por ‘ocho hommes buenos en ayuntamiento’ que podía controlarse mejor por las autoridades regias.
LEÓN, 1017: CUNA DE LOS DERECHOS HUMANOS
De esta Curia Regia Plena de 1017 surgieron varias líneas legislativas fundamentales en el derecho español, europeo y mundial. Se consignaron por escrito los primeros derechos fundamentales de los ciudadanos tales como la inviolabilidad del domicilio, el derecho de la propiedad, el derecho al comercio y una proto-defensa de los consumidores y también, no poco importante, la primera ley que otorgaba protección judicial a la mujer (a la que no se la podía juzgar si no estaba su marido presente). Todo esto, la primera vez que se afronta legislar lo que sería el antecedente de los Derechos Humanos que disfrutamos en las democracias occidentales a partir del siglo XX con la Declaración de la ONU de 1948.
Es decir, León celebró el 30 de julio de 2017 un hito histórico de inconmensurable calibre: los mil años del primer texto legal del mundo con Derechos Humanos.

UN MERCADO CON MÁS DE MIL AÑOS


León es una ciudad que puede decir que es un centro comercial certificado desde hace más de mil años. El Mercado de la urbe legionense sigue siendo todos los miércoles y los sábados (desde 1466) una cita imprescindible para sus habitantes desde hace un milenio, como poco.
Y es precisamente el Mercado uno de los motivos fundamentales para que el Fuero de León fuera promulgado. Era necesario para garantizar la bonanza económica de la ciudad que era la que acogía la Corte del Reino y para atraer pobladores tras su destrucción por Almanzor. Nada como que se mueva dinero y mucho negocio para atraer todo tipo de personas a un lugar boyante.
En estos Decreta de Alfonso V se determina un claro derecho de Libertad de Comercio, de protección ante los robos y de control de las medidas y los precios. En León se inventó lo que llamaban la ‘Paz del Mercado’.
Sin embargo, no era todo porque sí. Había que regular unas normas concretas para que el negocio también revertiera en las finanzas reales y de la ciudad. En el Fuero de León la legislación de control de los oficios, el abastecimiento y el mercado provoca que se ‘cree’ el Concejo de León para regular los derechos y deberes comerciales dentro de la ciudad.
Esta asamblea popular decidía cada año las medidas del pan, el vino y la carne. Se permitía la venta de cereales en la propia casa y de vino siempre que no se falsearan las medidas. Se regula el mercado, en el cual se prohíbe que nadie tome prendas del que no fuera su deudor o fiador y se imponen penas a los que llevaran a cabo actos de violencia con espada y lanzas, sancionándolos con el pago de 60 sueldos al sayón del Rey. De éste último se conocía el nombre, Abolkacem.
VENTA DE GANADO Y TODO TIPO DE ALIMENTOS
En el mercado se vendía ganado y todo tipo de alimentos, aperos de labranza, ropa, cuero, tegidos, productos de lujo, cereales, vino y demás. La unidad de medida era el sueldo: por ejemplo una oveja equivalía a un sueldo de plata. Los caballos eran tan caros que podían valer entre 40 y 60 sueldos de plata (u ovejas). Sin embargo, no era caro el ganado, las tierras o las casas: un solar sin edificar podía costar entre 4 y 20 sueldos, y una manzana de casas mediana entre 60 y 100 sueldos.
Es Claudio Sánchez Albornoz el que en su libro ‘Una ciudad cristiana de hace mil años‘ el que mejor describe el mercado legionense. En las siguientes líneas el lector puede hacerse una idea de cómo se intercambiaban los bienes en él.
Junto al grupo que come, bebe y ríe se vende una vaca preñada en doce sueldos; un campesino pide cuatro por un asno gigante; un aldeano ofrece ocho denarios por un cerdo cebado; se compran cien ovejas en cien sueldos, una cabra en un modio de trigo, y se tantean potros, mulas, yeguas y pollinos. Los dos jinetes misteriosos vuelven a detener sus pasos ante un corro que presencia interesado el regateo de un feo potro de color morcillo. El comprador es un villano de Castrrojeriz venido a León a liquidar la herencia de una tía. Ha vendido un herrén, un linar y su parte en unos molinos del Torío, y es tal su impaciencia por convertirse en caballero que no espera a volver a su tierra para comprar caballo. Ha obtenido unos sesenta sueldos por esos bienes, divisa o partija que le había tocado al repartir con sus hermanos la herencia referida. La cifra de los sesenta sueldos es reducida. No le permite adquirir un buen caballo, que se cotiza a muy altos precios en todos los mercados del reino de León. El caballo es indispensable para la guerra con el moro y alcanza un valor elevadísimo en proporción al conseguido por las demás especies animales. Después de la batalla de Simancas, en que perecieron tantos brutos y jugaron tan decisivo papel los jinetes cristianos, los reyes distinguen a los caballeros con marcada preferencia, la demanda de cabalgaduras ha crecido y es más que difícil adquirir una de ellas. Un gallego unido al grupo que presencia el trato refiere en este punto que ha visto cambiar en su tierra, por ocho y por seis bueyes, un caballo castaño y otro bayo como los que montan los dos incógnitos jinetes. No aceptarían ellos un cambio semejante. Exigirían de diez a veinte bueyes, o un centenar de sueldos, a lo menos, y en León vale un caballo de cuarenta a sesenta, es decir, de cuarenta a sesenta ovejas, de seis a doce bueyes como mínimo. El aspirante a caballero ha apalabrado ya una silla gallega de altos borrenes en diez sueldos; pero no puede emplear los cincuenta restantes en mercar el caballo, porque necesita adquirir el atondo propio de todo caballarius, y ha de comprar aún: cabezada, pretal, riendas, freno y ataharre, para completar los arreos de la cabalgadura, y escudo, espada y lanza, para su equipo personal. Ha encontrado un potro morcillo huesudo y con mal pelo, por lo que su dueño le pide treinta sueldos. No le satisface la estampa de la bestia; pero con la esperanza de engordarla, y forzado por lo exiguo de su caudal, discute de modo peregrino con el dueño del potro para alcanzarlo más barato. El trato dura; el vendedor, a quien urge la venta, pues la ruindad de la cabalgadura es imagen de la pobreza de su dueño, cede al cabo; y el nuevo caballero da veinte sueldos galicanos por el potro.
Más allá los dos desconocidos ven pagar cien sueldos por un mulo a un siervo del obispo, quince por una yegua vieja a un infanzón del conde que gobierna Luna, y, sorprendidos, admiran un caballo bayo de la alzada, estampa y pelo de uno de los dos suyos, por el que entregan también hasta cien sueldos. Se apean de las cabalgaduras, las coge de las bridas el siervo que los sigue, abandonan el teso del ganado y se dirigen al Arco del Rey o de Palacio, para entrar por él en la ciudad.
Y mil años después, aunque los precios sean distintos, aquel mercado sigue activo. Pocas ciudades del mundo pueden decir que su plaza de abastos tenga normas milenarias.
León, sí.

EL VIEJO REINO

León no sólo es una ciudad, tampoco es una provincia. Ni es sólo una región (León, Zamora y Salamanca). Es su pueblo de ciudadanos libres que portan los espectaculares pendones concejiles que se pueden ver en la fotografía de apertura que muestra la espectacularidad de la Romería de Castrotierra.
Ni el Reino de León es un sólo cuadro heráldico en el Escudo de España. Aunque éste muestra la importancia que tuvo en la Edad Media hispánica y europea, ya que fue el reino cristiano más importante de Europa durante los siglos X y XI, cuando el Rey de Francia gobernaba efectivamente en poco más territorio que la Isla de Francia (los alrededores de París), o cuando Guillermo el Conquistador fue capaz de conquistar a Haroldo el sajón Inglaterra en la batalla de Hastings de 1066, justo antes de que el Cid se hiciera famoso en la guerra fraticida de los hijos de Fernando I el GrandeGarcía de Galicia, Alfonso VI de León y su hermano mayor Sancho, el primer rey de Castilla (que nació como reino menor en 1065) y que murió en el cerco de Zamora, la ciudad de la que era señora su hermana mayor, Urraca, la del cáliz que hoy vinculan con la figura literaria mítica del Santo Grial, tras haberle arrebatado Toro a su la hermana restante, Elvira.
El Viejo Reino Legionense fue un Juego de Tronos constante, con guerras civiles, intrigas, condes rebeldes, políticos de alto nivel, y legislaciones pioneras europeas como EL FUERO DE LEÓN de 1017 y ciento setenta y un años después LAS CORTES DE 1188. Pero también fue un reino enorme, que en su máximo poder (con Alfonso VII antes de proclamarse Imperator Legionense totus Hispaniae) se extendía por el Este desde La Rioja, Vitoria y Guipúzcoa (en constante lucha con el Reino de Pamplona por esos territorios) al oeste en las costas gallegas. Del norte, desde Finisterre y el mar Cantábrico, al Sur traspasado el Tajo. Y que llegó hasta a conquistar Almería en tiempos del Emperador Leonés. Por no hablar de que el último rey de León, el desconocido Juan I, tuvo cuatro años en su poder Huelva, Sevilla y Cádiz además de Galicia, León y Extremadura.
Por ello, es también lógico hablar de algunas ciudades que se pueden visitar del Reino de León, teniendo en cuenta su filiación con el estado medieval legionense y recordando su historia. Para que ésta no sea olvidada.
EL CAMINO DE SANTIAGO
Quizás la más importante ruta del Reino de León, sin duda alguna, fue el Camino de Santiago. En ella se pueden visitar dos ciudades de amplia importancia, y sin perderse, sobre todo las iglesias románicas de Palencia.
Burgos. Caput Castillae. La capital del que nacería de León, el Reino de Castilla cuenta con muchísima Historia y una Catedral que es Patrimonio de la Humanidad. Pese a que a veces la confunden con la de León, poco tienen que ver ya que esta es mucho más edificio y menos vidriera. Eso sí, es una visita imprescindible para los amantes de la arquitectura gótica pura española.
El románico palentino. La impresionante cantidad de iglesias románicas del Románico Palentino permite ir disfrutando y maravillándose con cada una de ellas de pueblo en pueblo. Una excusa más para recorrer el Camino de Santiago y llegar a León, a la zona de Sahagún, donde también se puede encontrar uno de los mejores ejemplos de arquitectura mudéjar de España, en la entrada de la provincia de León, la preciosa iglesia enladrillada de San Tirso en Sahagún del siglo XIII.
Santiago de Compostela. La capital de Galicia en la actualidad es el punto final del Camino Jacobeo, con su Catedral mítica del Apostol Santiago, lugar del fin de la peregrinación. Para llegar a ella es necesario pasar por León y El Bierzo, con lo que el visitante tiene la oportunidad de conocer la ingente cantidad de arte y los muchos museos de la provincia leonesa.
LA VÍA DE LA PLATA
Al final de su historia, el Reino de León consiguió abrir la Vía de la Plata romana (la que iba de Asturica Augusta a Emerita Augusta, las actuales Astorga y Mérida, de necesaria visita). En la actualidad se confunde la autovía A-66 (junto a la autopista entre León y Asturias AP-66) con la Ruta de la Plata, que es una versión extendida (y no rigurosamente histórica entre Gijón y Sevilla). Esta ruta, usada siempre como cañada ganadera para la trashumancia, es la segunda más importante de la península ibérica en Historia. También se usaba como camino para llegar a Santiago de Compostela en la Edad Media desde el Sur de la península ibérica.
De todas maneras, cualquier persona que pase por la ‘Ruta 66’ española debería parar indefectiblemente en Benavente (importantísima villa leonesa con sus propios fueros y las segundas Cortes con voto popular del mundo en 1202). También desviarse un poquitín por la villa medieval de Puebla de Sanabria, con su Parque Nacional y su lago, un lugar de ensueño.
Y cómo no, por Zamora, con unas murallas y una catedral románica bizantina que enamoran como se ve en la fotografía superior (y tan importante en el imaginario mundial que hasta el creador de Conan el Bárbaro hace del reino hibóreo de Zamora el más importante de su mundo fantástico).  Y merece mucho la pena pena desviarse también a la arquitectura medieval de Toro, la de la infanta Elvira de los tiempos del Cid.
También es fundamental visitar la ciudad de Salamanca, cuya Universidad (ver foto abajo) fue fundada por el rey leonés Alfonso IX cumple 800 años en 2018. Donde se creó el Derecho Internacional con la escuela de Francisco de Vitoria en la Edad Moderna. Con dos catedrales, la vieja románica y gótica y la nueva, con una Plaza Mayor y una Historia Impresionantes. Además, la noche de la ciudad estudiantil nunca decepciona. Sin olvidar pasar por la ciudad amurallada de Ciudad Rodrigo, otra sede diocesana del Reino de León, con su catedral gótica iniciada por el rey leonés Fernando II, el padre de Alfonso IX, el de las Cortes de 1188.
Y pasando la frontera sur de la Región Leonesa las ciudades extremeñas. Plasencia a la entrada y la hermosísima ciudad medieval Patrimonio de la Humanidad de Cáceres.
Para llegar a  Emérita Augusta, la Mérida de hoy en día. Con su pasado romano impactante (y un Museo Romano de altísimo nivel, con un edificio tan interesante como lo que alberga). Hoy capital de la Comunidad Autónoma de Extremadura. Su conjunto arqueológico romano, con teatro (ver foto de abajo), anfiteatro y dos acueductos es Patrimonio de la Humanidad, ya que fue una de las ciudades más importantes de la Hispania Romana.
Al salir de Mérida es recomendable hacer una visita a Badajoz, justo en la frontera con Portugal, donde también se pueden ver restos romanos muy interesantes como el Pantano de Proserpina o el Puente de Alcántara (justo en la frontera). Ciudad fuerte y amurallada, fue la última que conquistó el rey leonés Alfonso IX antes de morir.
Para salir de Extremadura hay que desviarse unos kilómetros y luego regresar a la Autovía A-66. Teniendo cuidado de desviarse también antes de llegar a Andalucía hacia Trujillo, cuna de Francisco Pizarro y de Francisco de Orellana, los ‘conquistadores’ españoles del Perú y del Amazonas en América que también eran ciudadanos del Reino de León, puesto que éste conservaba ciertas administraciones independientes en la Edad Moderna.
Y por último, Sevilla. La gran Sevilla de Fernando III, el hijo de Alfonso IX que reunió sobre su cabeza las dos coronas: la imperial legionense y la pujante castellana. Que la conquistó en 1248 con una mayoría de tropas del reino de León, a quien le correspondía el tributo de la taifa. Que está enterrado allí en la inmensa catedral gótica sevillana (que se puede ver aquí abajo). Poco hay que decir sobre la monumental Sevilla con su Torre del Oro y su Giralda. Y todo lo demás.
LAS OTRAS CIUDADES
Y por último, cómo no, las ciudades de las actuales Asturias, Cantabria y el País Vasco se pueden visitar como partes del reino asturlegionés, aunque hayan conseguido su propia imagen en el último siglo.
Imprescindible visitar la Catedral de Oviedo (foto de abajo), donde dicen que está el llamado por sus fieles como Santo Sudario de la Crucifixión de Jesús y la Cruz de los Ángeles que era el símbolo más importante de la monarquía asturlegionense. Si es que toda Corte, como lo fue la ovetense, tenía que tener su propia reliquia para atraer turismo (lo mismo pasaba en la Edad Media), y al Reino de León podría decirse que con el imaginario Grial de San Isidoro sólo le faltaría conquistar Turin para tener la que los cristianos creen que es la Sábana Santa del enterramiento de Cristo. Aunque si por astillas de la Santa Cruz fuera, también podrían tener un bosque de maderos.
Por supuesto, tampoco debe dejar de visitarse el santuario de la montaña Cantábrica, porque no tiene perdón no ir a ver a la Santina en plenos Picos de Europa. El Santuario de la Virgen de Covadonga (en la foto inferior) es el lugar mítico donde se creó el Reino Asturlegionense,su primera sede regia, donde comenzó toda esta historia que vino a dar con la creación de los Primeros Derechos Fundamentales de los Ciudadanos de la Historia y la primera vez del voto popular en la Cuna del Parlamentarismo. No tendría perdón de Dios perderse tal paisaje y tal devoción asturiana por la Virgen de Covadonga. Y tal belleza natural.
Pero tampoco debería olvidarse quien quisiera conocer el Reino de León visitar Valladolid, que llegó a ser capital de España aunque se repobló por Alfonso IX con intención de convertirla en un bastión contra el reino castellano enemigo en aquella época. Ni las espectaculares murallas de Ávila, o el Alcázar de Segovia (y su impagable Acueducto Romano). Ni la preciosa Medina de Rioseco, que tiene en su casco histórico una muestra de edificaciones renacentistas de altísimo nivel y es cabecera del que se llamó en el siglo XVIII Canal de Castilla.
Ni, por supuesto, las andaluzas Almería (aquella que fue diez años leonesa), Huelva o la ciudad más antigua de Hispania (y Europa Occidental), la ‘Tacita de Plata’, la histórica y muy cartaginesa Gadir-Cádiz, el límite con el reino de Granada, del último rey leonés entre 1296 y 1300.
Y Portugal, sobre todo la zona de Tras Os Montes que sigue llamándose a sí misma ‘El reinu de Llión’ y que conserva como lengua oficial del Estado portugués el Mirandés, que es una de las lenguas del conjunto de idiomas de la familia del asturleonés.
Tampoco Braganza, capital de esa zona, con un castillo de grandes dimensiones muy interesante (como se puede ver en la fotografía de arriba). U Oporto, o Braga, o Viseo, donde murió el pergeñador de los FUEROS a los 27 años por culpa de una flecha durante su asedio (como Ricardo Corazón de León años más tarde) el rey Alfonso V. El mismo Estado de Portugal reconoce que nació del Reino de León y así lo honra; y cualquier visita al estado vecino peninsular siempre es de recordar.
Porque la Historia, cuando es rigurosa, es altamente divertida. ¿Quién iba a decir que Cádiz, Huelva, Sevilla y Almería tenían algo de leonesas? Pues Portugal y Castilla nacieron de León, nada menos. Como para perderse todo lo que tiene que ofrecer el Regnum Legionensis aunque muchos lo hayan olvidado.
Por ello redescubrir el Reino de León es una aventura sin igual.

LAS CIUDADES Y VILLAS

El Fuero de León no sólo fue una legislación para la ciudad amurallada de León, también hubo otras ciudades y villas que a lo largo del tiempo recibieron fueros similares. Y muchas de ellas fundamentales para la supervivencia del propio regnum legionensis, como Astorga (en la fotografía superior), que fue la capital administrativa del CONVENTO ASTUR romano y que fue una de las más importntes ciudades de este territorio medieval cristiano. Su visita es imprescindible, tanto por su historia romana (con una ruta de restos arqueológicos incomparables) como por su Catedral (es capital de diócesis) y el Palacio Episcopal de Gaudí.
También en la provincia está Ponferrada, con su castillo templario de película (posterior a la época del fuero, eso sí), creada sobre el siglo XI en torno a un puente sobre el río Sil. Su propio nombre proviene de Pons Ferrata, el puente de hierros y es una ciudad perfecta para tomar como punto de partida para la visita de las mayores minas de oro romanas que hoy son Patrimonio de la Humanidad (la espectacular montaña derruida de Las Médulas que se puede ver en la fotografía de abajo) y adentrarse en la Tebaida Berciana, un maravilloso paisaje repleto de cenotafios y monasterios mozárabes que es Bien de Interés Cultural de España.
Además de ser también Ponferrada la puerta de entrada a Galicia, y, sobre todo Santiago de Compostela, el final de una de las vías de comunicación más importantes del Reino de León, el Camino de Santiago.
Otras villas importantes son La Bañeza, la antaño gloriosa Sahagún (que tuvo el segundo monasterio benedictino más importante de Europa tras Cluny y donde eligió ser enterrado el gran rey leonés Alfonso VI el Bravo), y las mineras Bembibre y la Bergidum Flavium (Cacabelos) romana, Villafranca del Bierzo (que tiene un potente castillo), junto a Villablino, la capital de la exhuberate comarca de Laciana, una de tantas reservas de la Biosfera de la provincia de León, la que más tiene en el mundo.
El Bierzo fue una de las zonas más importantes del Reino de León, ya que las montañas del Teleno (donde los antiguos creían que vivía el dios Mons Tilenus) y la más que agreste zona de La Cabrera (donde se encuentra una de las mayores redes de canales romanos del mundo, que derivaban agua por cientos de kilómetros para permitir las explotaciones auríferas astures) hacían de esta comarca un castillo natural, con lo que pocas veces pudo ser saqueada por los musulmanes.
LA ZONA DE CEA
La visita al los restos del Monasterio Benedictino de Sahagún, el más importante del reino y el segundo de Europa en porte sólo tras Cluny (que fue arrasado por los sahaguninos en el siglo XIX). Y, para conocer su importancia, el Monasterio de Santa María de Sandoval en Mansilla Mayor, con importante construcción románica.
También está la maravillosa villa medieval de Almanza (foto superior), una gran desconocida, que estuvo amurallada con su fortaleza y fosos. Estaba rodeada de una cerca de cal y canto de gran espesor y solidez y actualmente aún se conservan un arco ojival de piedra. El nombre de la villa significa ‘Mirador’ en árabe, de ahí el interés de construir un recinto amurallado en el siglo XIII ya que era un lugar alto muy importante como punto estratégico entre la montaña y la meseta.
Otros lugares poco conocidos en la zona del Cea de la provincia leonesa son Valderas (que aún conserva puertas de las murallas medievales y un castillo), que también muestra la evolución arquitectónica del Reino de León en la Edad Moderna, ya que conserva una serie de casas de piedra de hermosa y potente factura (y donde se come el mejor bacalao de las tierras leonesas); y Grajal de Campos, también una fantástica localidad con un imponente castillo, el primero artillero de España (en la foto inferior), y edificios de altísimo valor arquitectónico posteriores a la Edad Media leonesa.
Hay más LUGARES del Viejo Reino que visitar (que se muestran en el enlace anterior) en la zona del Esla y en la propia capital leonesa, así como parajes incomparables como el Parque Nacional de Picos de Europa o el Valle del Silencio.

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LOS LUGARES

La provincia de León tiene lugares maravillosos de todo tipo, tanto de la época del FUERO DE LEÓN como de otras que se construyeron o se elaboraron durante la historia del reino que encabezó, que se pueden contemplar, y visitar con todo lujo de detalles.
Un ejemplo de ello es el Monasterio de Santa María de Gradefes (en la fotografía inferior), otra maravilla medieval leonesa (ya románica) -más la visita a las ruinas del de Eslonza, en el mismo municipio. En el que está también el cenotafio mozárabe de San Miguel de Escalada (foto superior), cuyo priorato cumplió también mil años en 2017, y que es una de las maravillas del Arte Mozárabe hispánico, reconocido como segundo Monumento Nacional de España (después de la Catedral de León) en el siglo XIX.
Todos éstos en la zona del Esla cercanos a la capital leonesa, donde en uno de sus monasterios ya desaparecido (Rozuela) se escribió el primer romance hispánico emparentado con el leonés muchos años antes que el castellano: la ‘Nodicia de Kesos‘; porque la lengua también es arte y León tiene un idioma propio; que aunque casi no la conozca nadie en España es Lengua Oficial del Estado en Portugal.
Y sin olvidar el Castillo Templario de película que exhibe Ponferrada. O la hermosa fortaleza de Valencia de Don Juan, o las murallas medievales de Mansilla de las Mulas, la villa que protegía la entrada del Esla.
Y el paseo que cualquier visitante de la provincia tiene que realizar a las zonas montañosas que protegieron a los habitantes del SOLAR ASTUR en los primeros años del reino asturleonés, con fantásticas zonas con nombres igualmente fantásticos como Luna, o la mítica Babia (que no es mítica, sino real; pero con colores de ensueño como muestra este vídeo de RTVE) o las alucinantes Hoces de Vegacervera; donde se encuentran una de las cuevas turísticas más importantes de España: la absolutamente impresionante Cueva de Valporquero que nadie debe perderse en la vida.
LOS TEMPLOS MOZÁRABES DE LA TEBAIDA BERCIANA
Otras representaciones artísticas del siglo X se dan en los templos mozárabes del siglo X en el Bierzo, San Pedro de Montes (que en su origen fue un monacato visigótico) con la reconstrucción de San Genadio en el 919 que se puede visitar en la localidad de Montes de Valdueza.
O la iglesia de Santiago de Peñalba, con maravillosas (pero posteriores) pinturas románicas, en la localidad del mismo nombre. Y recomendado visitar las ruinas de San Salvador de Toral de Merayo a kilómetro y medio.
También Santo Tomás de las Ollas (cuyo ábside mozárabe se puede ver justo encima de este párrafo) en la localidad del mismo nombre para conocer su estilo arquitectónico prerrománico. Sin olvidar tampoco las espectaculares estancias románicas y góticas del Monasterio de Santa María de Carracedo en Carracedelo (aunque su claustro sea mucho más posterior).
Y es que la Tebaida Berciana donde se incluyen estos templos mozárabes es un “paisaje pintoresco” reconocido como Bien de Interés Cultural. Su propio nombre, según la Wikipedia, tiene que ver con “la comparación con la zona geográfica del Alto Egipto donde, junto con Siria y Capadocia, surgió la tradición cenobítica oriental”.​
El lugar, donde también se encuentra el espectacular Valle del Silencio (en la fotografía de arriba) fue descrito por el Padre Flórez , que afirmó: “Ninguno mejor puede competir con la Tebayda y con los más Santos Desiertos de Palestina. La multitud de Santuarios la santidad de Eremitorios, los muchos Anacoretas, los Monges que sobresalieron en victorias del mundo, solo podrá contarlos el que sabe las estrellas del Cielo”.​
Cualquier visita a León y su provincia tiene el sabor del Viejo Reino, el que dominó la Hispania cristiana y del que nacieron Portugal y Castilla. El que dominó el medievo en Europa hasta el siglo XIII. No es por casualidad que los primeros DERECHOS FUNDAMENTALES europeos para los ciudadanos, y las primeras CORTES ESTAMENTALES, fueran creados por sus habitantes.

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EL ARTE MEDIEVAL LEONÉS

El Reino de León fue, por su importancia geoestratégica, el principal valedor del arte medieval hispánico en las tres cuartas partes de la península crisitiana desde los siglos IX al XIII (ya que tanto el Reino de Pamplona como los condados pirenáicos y catalanes que darían lugar al Reino de Aragón eran muy inferiores en territorio, aunque también con enormes maravillas artísticas).  También es el centro del Arte Mozárabe que se puede visitar en peculiares LUGARES de la provincia leonesa.
Pero en los tiempos del FUERO DE 1017 la cosa no era tan maravillosa como uno de sus mayores ejemplos pictóricos, el Panteón de los Reyes de San Isidoro de León (que se puede ver en la imagen de apertura) construido después de la promulgación de estas leyes como Monasterio de San Juan Bautista y nombrado como el santo sevillano a partir de 1063 en el que se pintaron sus bóvedas.
Las razzias de Almanzor habían acabado con casi todo lo previo, salvo honradas excepciones, y los tiempos −como indica el Historiador del Arte de la Universidad de León, César García Álvarez en un artículo en el libro ‘El Reino de León hace mil años‘− “no eran para atreverse a construir con grandeza algo que podía ser derruido por los musulmanes al año siguiente; nadie se gastaria el dinero en ello ni hoy en día”.
Además, las construcciones de los siglos IX y X en la ciudad legionense no eran de gran porte, sino que (como en la fotografía superior del Palacio de Doña Berenguela, también llamado de doña Urraca) se construían con morrillo y cal. “Obras arquitectónicas realizadas con materiales modestos”, indica García Álvarez.
Como la iglesia de Palat de Rey (en la foto de abajo), que aún se conserva en la actualidad, y es la iglesia más antigua de la ciudad construida a mediados del siglo X con planta de cruz griega. Un edificio tan normal en el exterior que cuesta pensar en él como un templo cristiano. “Lo más probable es que fueran los interiores, enriquecidos con pompa y boato, lo más importante en aquella época”, explica el experto.
La ciudad de León tuvo documentadas antes de las RAZZIAS DE ALMAZOR más de veinte iglesias emplazadas tanto intra como extramuros, explica García Álvarez en su artículo ‘Tiempo de Transición. El arte en León en torno al año 1017’ del libro anterior. “De materiales más bien endebles, de barro y ladrillo, poco suntuosos”.
EL MISTERIO DE LA PRIMERA CATEDRAL DE LEÓN
Otro asunto misterioso es cómo podía ser la Catedral Antigua que existía en la capital del reino antes de la Románica (que es de la única que se sabe cómo era, gracias a los planos de Demetrio de los Ríos, antes de la gloriosa Pulchra Leonina gótica en la que hoy se pueden contemplar miles de metros cuadrados de espectaculares vidrieras medievales y por lo que se considera que es la Catedral de la Luz al no tener muros).
“La catedral de Santa María aparece citada en varias ocasiones en el texto del fuero. Es preciso recordar que se asienta sobre las antiguas termas romanas, cuyos restos materiales se convirtieron en sede del AULA REGIA, o palacio real hasta que Ordoño II los legó a la iglesia. Acerca de ella sólo podemos conjeturar, puesto que ni siquiera tenemos claro que consistiera en una sola edificación, ni tampoco la filiación de sus formas estilísticas, probablemente más cercanas a la tradición asturiana −y por tanto al pasado visigodo cuya restauración late siempre como anhelo de la monarquía cristiana asturleonesa− que a las formas mozárabes de obras como San Salvador de Palat de Rey […] Su tamaño no ebió alcanzar cotas monumentales, sino similares al resto de construcciones leonesas e hispanas coetáneas, lejos de la creciente aspiración a la grandiosidad que caracterizará a la arquitectura románica posterior”, explica César García Álvarez en este impagable artículo.
Pero otra de las muestras de arte medieval leonés, mucho más tardío, son las espectaculares vidrieras. Ni la Sainte Chapelle de París tiene tantas. Y la muestra es la fotografía inferior. Una visita inolvidable e imprescindible para todo amante de este tipo de arte medieval que, sólo por su contemplación, merece la pena haber venido a la capital legionense. Y si además es en un viaje organizado a todo lo demás, hace de ello un momento especial en la vida.
LOS BEATOS LEGIONENSES
Otra de las grandes expresiones de la Edad Media eran los beatos miniados, con sus ilustraciones que dejan absortos a los habitantes de la época contemporánea. El Reino de León tuvo una importancia crucial para la creación de los más importantes del mundo, como el Beato de San Miguel de Escalada, que se encuentra en la galería Morgan de Nueva York escrito por Magio, copista e iluminador de esta obra que se puede contemplar aquí debajo.
También son de bellísima factura el Beato de Liébana (y su copia el de Tábara) y el Beato de Doña Sancha y Fernando (también llamado de la Basílica de San Isidoro de León y hoy en la Biblioteca Nacional de España, como el anterior). O el de Tábara (también de Magius) Durante los siglos X y XI el Reino de León produjo decenas de este tipo de biblias comentadas, de los que sólo se conservan once, porque mientras era poco cabal realizar construcciones de alto porte por LAS RAZZIAS DE ALMANZOR sí era más lógico pintar libros (que eran productos de lujo de altísimo valor en la época) que se podían transportar fácilmente en caso de peligro. Una exposición nacional en 2010 titulada ‘In principio erat verbum’ conmemoró la importancia de los Beatos del Reino de León.
UNA VISITA A LOS MUSEOS
El arte leonés medieval se concentra también en los museos de León, como el de San Isidoro (en el que se dice que el cáliz de doña Urraca contiene en su parte superior de ágata la reliquia que los primeros cristianos consideraban como la Copa de Cristo, que además se puede contemplar en realidad virtual como si fuera lo que en literatura fantástica se define como Santo Grial refiriéndose al ‘Calix Domini’), con maravillosas obras de arte altomedievales. El cáliz de Doña Urraca, que se puede ver aquí debajo, es más de un siglo posterior a la época del FUERO DE LEÓN, pero muestra el nivel de la orfebrería románica de los artesanos del Reino de León en el siglo XII por lo que es una pieza única en su especie sin ninguna hipótesis a mayores como la que hoy la hace más famosa en el mundo entero.
O el Museo Catedralicio, los dos con impresionantes obras de arte de la época. Y también visita obligada al Museo Provincial, cuya segunda planta deja absorto al visitante.
Es también en los museos leoneses donde se pueden observar algunas tallas de gran valor como el Cristo de Carrizo (arriba), una pieza del siglo XI de marfil, pequeña pero de gran potencial evangelizador por su presencia etérea. Para contemplarlo hay que visitar el Museo de León. Pero en el de San Isidoro se pueden ver cajas miniadas de altísimo valor (e incluso el Pendón de Baeza, muestra del arte del bordado bajo medieval del siglo XV), que si por los anglosajones fuera sólo se podrían ver en sus países.
OTRAS EXPRESIONES ARTÍSTICAS
Por último, el Reino de León también es creador de uno de los lenguajes visuales más importantes de la Edad Media, esta vez avanzado el siglo XII con la creación de la enseña personal de su rey Alfonso IX que llevaba un escudo que se declamaba: ‘de Plata, un león púrpura‘.
Nos referimos a la Heráldica (que no hay que confundir con la vexilología que estudia las banderas y los símbolos grupales), el sistema para distinguir un noble de otro, inicialmente creada como herramienta bélica para reconocer al aliado en los combates en masa medievales (y que a lo largo de los años se fue pervirtiendo, con lo que cuando más floreado y bonito es el escudo según los cánones contemporáneos más moderno y de menos valor es). León es, también, cuna de la Heráldica mundial, más de cincuenta años antes que franceses e ingleses copiaran el aún hoy atractivo sistema de identificación de personas notables.
Y tampoco se ha de olvidar el arte popular, del que quedan como reflejo los Pendones Concejiles (foto de arriba), que han sido declarados  Bien de Interés Cultural. Aunque los actuales más antiguos sean de la Edad Moderna, son uno de los símbolos más importantes de un reino que aún celebra sus fiestas ondeando al viento estas espectaculares ‘banderas’ de metros de altura.
Lo suelen hacer en las fiestas medievales que aún quedan en León, como la centenaria Fiesta de las Cabezadas (foto de arriba) o la milenaria Fiesta de las Cantaderas el fin de semana anterior a la fiesta del patrón provincial San Froilán en la que se celebra el fin del Tributo de las Doncellas a los musulmanes. En las dos se produce el debate del Foro u Oferta, que muestra la cuestión política milenaria de los concejales leoneses con los eclesiásticos, con debates públicos que siempre terminan en empate sobre si el Ayuntamiento de León lleva un regalo a los canónigos de San Isidoro (Cabezadas) o la Catedral (Cantaderas) “voluntariamente, según defienden los ediles, o por obligación divina”.
En las Cantaderas también salen los carros engalanados (fotos de arriba y de abajo de este párrafo), muestra popular total rural en la que los pueblos de la provincia decoran sus carros y sus bestias de tiro con una belleza incomparable para deleite de vecinos y visitantes. Una fiesta con tal sabor de antaño que ningún español debería perdérsela.
León, como centro del reino, es hoy una de las primeras etapas para ir a visitar tanto Galicia como Asturias, aunque de por sí es una ciudad para quedarse varios días y visitar la montaña cantábrica, y uno de los hitos más importantes del Camino de Santiago, la vía económica principal del Viejo Reino.
Si en León se reunieran la cantidad de obras de arte que están expuestas en países anglosajones y europeos, y las que se conservan en Madrid, su museo sería uno de los más importantes del mundo medieval en el planeta. La ciudad ya lo es, sus VILLAS ya lo son, sus LUGARES son de imprescindible visita una vez en la vida, como muestra esta imagen del panteón de los Reyes aquí debajo.

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EL MÁXIMO ESPLENDOR

El Reino de León, aquel que nació del SOLAR ASTUR pocos años después de la toma por parte de los musulmanes de los territorios del Reino Visigótico de Spania, tuvo varios estadios de expansión y contracción a lo largo de los siglos. Fue a primeros del siglo X cuando al reino de los astures −el reino de Yiliquiya (refiriéndose a la antigua provincia política de la Gallaecia romana) como le llamaron los musulmanes− pasó a llamarse de León cuando hizo de la ciudad amurallada legionense su capital principal de la Corte.
En aquellos momentos, y más con la llegada de Ordoño II al trono, la zona preponderante del ‘regnum legionensis’ estaba limitado por el Sur por el río Duero y por el este por el reino de Pamplona y la zona de Saraqusa (Zaragoza) controlada por los Banu Qasi (una familia noble cristiana que se pasó a los musulmanes con todo su bagaje en la invasión y que sería determinante en la Historia del emirato y el califato de Córdoba, y luego tuvo su propio reino de Taifas hasta 1188).
Con la aparición de Almanzor y sus razzias durante 25 años, el reino se contrajo otra vez casi hasta las fronteras de sus inicios, a la vera de las montañas cantábricas, para, con Alfonso V y luego Fernando I el grande años más tarde volver a recuperar la zona del Duero.
Es a partir de ahí, con Alfonso VI primero, que conquista en 1081 Toledo (la antigua capital visigótica) y con Alfonso VII, cuando el Reino de León consigue su mayor preponderancia política y territorial en 1147, cuando es proclamado ‘Imperator legionense totus Hispaniae’ en su capital amurallada el nieto de Alfonso VI, nieto a su vez de Alfonso V el de los buenos fueros.
DIVISIÓN DEL REINO LEGIONENSE
Pero el nombramiento del ‘Emperador Leonés de todas las Españas’ escondía la desmembración del reino original con la aparición del Regnum Portucalense (que devendría en el actual Estado de Portugal) y, a la muerte del séptimo de los alfonsos desde Pelayo, el reparto entre sus hijos de León (con la preponderancia sobre el reino menor de Galicia y los tributos de parias de las taifas de Badajoz y Sevilla) y Castilla (con la preponderancia sobre el reino de Toledo y las parias de Jaén y Granada) dando realmente la independencia al que hasta entonces había sido un reino menor y nunca se había separado efectivamente León, como defienden prestigiosos Catedráticos de Historia del Derecho.
Y es ahí, con la llegada al trono de Fernando II de León, cuando se decidió el destino del reino de León hacia su máxima extensión de Norte a Sur de la Península (sin ya Castilla ni Portugal bajo su cetro), ya que éste pudo haber recuperado la corona Castellana para la Corte Leonesa −e incluso reclamar para sí la Aragonesa por herencia− pero prefirió hacer de árbitro de todos los reyes cristianos de la época. Cosa que agotó las arcas leonesas para cuando llegó a gobernar el que se considera, oficialmente, último, y a la vez uno de los más importantes, monarcas del reino.
Alfonso IX, el que convocó al pueblo llano en 1188 para darle voz y voto de forma estamental por primera vez en la Historia de la Humanidad. Lo que constituye el primer sistema protodemocrático de la Europa medieval que surgió de la fusión del extinto Imperio Romano y los pueblos bárbaros, cuyos nobles eran los que dominaban la política de la zona occidental del continente (con la Sur dominada aún por los musulmanes) y la Este por los ‘rums’ (romanos) del Imperio Bizantino. En 1789, 601 años después, los franceses acabarían con el sistema estamental (voto por tres brazos: eclesíastico, noble y burgués) en la Asamblea de la Pelota, dando lugar a la Revolución Francesa (inspirada a su vez por la Norteamericana).
Alfonso IX, fue el que dio el pistoletazo de salida para que los ciudadanos europeos terminaran creando la Democracia Representantiva Occidental seis siglos después, basándose en los adelantos propuestos por su antepasado ‘el de los Buenos Fueros’ para financiar la guerra defensiva contra Castilla y Portugal, que se querían hacer dueños de su reino.
Los Decreta de 1188, aparte de constituirse en una maravillosa lista de Derechos Fundamentales de los Ciudadanos (llegó a incluir en ella la Libertad de Pensamiento, un hito contra la Iglesia Católica que hoy conocemos también como Libertad de Conciencia y precedente indispensable para la que llegaría a finales del siglo XVIII como Libertad de Imprenta y Expresión) permitieron estabilizar la situación para que, cuarenta años después llegara a conquistar Badajoz, en la mayor extensión oficial que le da la Historiografía castellanizada actual al Reino de León.
EL ÚLTIMO REY DEL QUE NUNCA SE HABLA
Pero el Reino de León no desapareció tras heredarlo Fernando III aún en contra de lo que deseaba su padre. Sino que siguió existiendo bajo la misma cabeza coronada con Cortes e Instituciones Separadas (las últimas Cortes de León se produjeron en 1349 en su propia ciudad) hasta que la muerte de su nieto, Sancho IV (el hijo de Alfonso X), y la minoría de edad de su bisnieto, Fernando IV, desembocó en una suerte de luchas de poder entre los miembros de la familia real con un sorprendente y desconocido resultado para la mayoría de españoles:
Que volvió a coronarse un rey en la Catedral de León.
Éste fue Juan I de León, el último rey oficioso del territorio que dieron legislación los Decreta de 1017, cuyo territorio desde el año 1296 al año 1300 (o 1301 según alguna fuente) fue el Reino de León original (con Galicia y Badajoz), más el Reino de Sevilla (que Fernando III conquistó con tropas fundamentalmente leonesas). En la imagen inferior sólo habría que unir imaginariamente Galicia, León y Sevilla para imaginarse sus límites.
Es decir, que en el último momento histórico del Reino de León se extendió de Norte a Sur de la Penínsiula, de Asturias a Sevilla y Cádiz, como si fuera la ‘tapa’ del Reino de Portugal partiendo media España y alejándolo de Castilla.
Al final, tras cuatro o cinco años de disputas, Juan I (al que la Historiografía castellanista lo llama maliciosamente ‘el usurpador’) renunció a su corona legionense y se la cedió a Fernando IV.
Pero lo que es indudable es que el Reino de León dejó una marca indeleble en la Historia de España y en el poblamiento de sus habitantes, como demuestran las hipótesis que se derivan de resultados de estudios genéticos en los que participó la Universidad de Oxford.
Nota: para conocer mejor la extensión del reino de León a lo largo de la Historia, es recomendable leer el blog del historiador Ricardo Chao llamado: ‘Corazón de León‘ y su libro ‘Historia de los Reyes de León‘, además de la cantidad de información que se puede leer en la sección de DOCUMENTACIÓN de este especial sobre el Fuero de León de 1017.

EL SOLAR ASTUR

El Reino de León y el mal llamado Reino de Asturias (la traducción real en un incorrecto latín ‘Asturorum Regnum’, que debería ser ‘Asturum Regnum‘, es “el Reino de los Astures”) es, aunque la Historiografía de los últimos tiempos autonómicos diga lo contraro, el mismo desde sus inicios en el 732 si consideramos a Pelayo el primer monarca del mismo.
La propia imagen que encabeza este artículo ya lo muestra: si el territorio del reino que tuvo las sedes de su Corte en Cangas de Onís,  Pravia, San Martín del Rey Aurelio y Oviedo coincide con el mismo territorio en el siglo X que el reino que trasladó la sede regia ovetense más al sur de la Cordillera Cantábrica a la ciudad amurallada de la vieja Legio VII Gemina, ya llamada León, lo lógico es pensar que son el mismo. Aún con nombres distintos, incluso entre los musulmanes y los europeos, ya que al coincidir con la provincia romana de la Gallaecia, a los asturlegionenses se les conoce como los ‘gallegos’ en el continente o los de ‘Yiliqqiya’ entre los islámicos.
UNA MURALLA DE MONTAÑAS
Y es que no es baladí que sobre el terreno la zona astur (y la cántabra) fueran el lugar desde donde los cristianos comenzaron la recuperación del territorio de la península ibérica a los musulmanes. Ya en tiempos de los romanos estas dos tribus protagonizaron una de las guerras de resistencia más sangrientas y difíciles del incipiente Imperio Romano. Por llegar, llegaron a robar un Águila de Legión al emperador Augusto casi treinta años antes de la mucho más famosa por el cine derrota de Teotoburgo ante los germanos.
Los romanos sufrieron lo indecible (ver vídeo) para sojuzgar a los astures y cántabros desde el 29 al 19 antes de Cristo. Y tuvieron que destinar varias legiones en la zona durante más de cincuenta años para controlarlos, ya que se sublevaron aún varias veces contra su poder. Eso permitió que León terminara siendo una fortaleza inexpugnable, ya que la Legio VII Gemina, que estuvo más de tres siglos acantonada en ella construyó la muralla más potente de la península ibérica; que luego sería crucial para la instalación de la Corte del Reino Asturlegionense en el siglo X.
Aún así, cuando ya estaban estas tribus más o menos romanizadas, llegó la caída política del Imperio Romano de Occidente, con lo que los pueblos bárbaros tomaron posiciones en la penísula ibérica. Contrariamente a lo que se cree, los visigodos sólo tuvieron poder sobre las futuras León y Asturias durante 126 años, ya que hasta el 585 lo que venía a ser la Gallaecia estuvo dominada por los Suevos.
El reino astur, al que siempre se le apunta como visigótico, terminó instalándose en sus primeros cien años en lo que vendría a ser también el solar suevo. Es más, el reino visigodo de Spania sólo estuvo completo durante poco más de 85 años desde que expulsaran a los bizantinos definitivamente en el 624.
El caso es que cuando los musulmanes derrotaron a los jetas en la mítica batalla de Guadalete en 711, lo que se produjo en la península ibérica fue un cambio de gobernantes de forma celérica. Los condes visigodos cambiaron de religión sin inmutarse, incluso los de la zona de los astures y cántabros.
Pero el pueblo astur no lo comprendió, y la leyenda dice que un tal Pelayo se levantó en armas contra las fuerzas islámicas y les venció rotundamente en la mítica (y fantasiosa) batalla de Covadonga. El caso es que da igual cómo fuera aquel enfrentamiento militar en lo más hondo de la Cordillera Cantábrica, a partir de ahí, junto a la alianza con el conde de Cantabria sobre la tercera o cuarta década del siglo octavo, los cristianos comenzaron a recuperar terreno. Las actuales Galicia, el norte de Portugal, León, Zamora, Palencia, Cantabria, Burgos y parte de Euskadi terminaron bajo su poder.
Ya por aquella época, y hasta mediados del siglo siguiente, los astures, galaicos y cántabros (entre los que se incluirían los vascones, mucho menos fieros de lo que se pintan hoy) realizaron una política defensiva creando lo que se ha venido a llamar el ‘Desierto del Duero‘ (que no estaba despoblado realmente, sino que era una frontera de destacamentos militares poco dada a la conservación de poblaciones civiles), que fue la primera línea de defensa estratégica adelantada a las murallas naturales cantábricas. En el 757, pocos años después del mítico Pelayo, la ciudad de León estaba dentro de la órbita cristiana.
Y el reino original de los astures llegó, con Alfonso III el Magno a la zona del Duero. Y a ‘recuperar’ para siempre León sobre el 850 (una ciudad de la que se sabe poco o nada desde el siglo V al IX, y de la que hay serias dudas de que no fuera una ciudad ‘autónoma’ más o menos libre de la influencia de suevos, visigodos y musulmanes; aunque se han encontrado piezas islámicas de primeros  del siglo VIII en su interior).
Es al final de su reinado cuando el traslado de la Corte a León era tan evidente desde el punto administrativo y político que desde que gobernaron su hijos tras hacerle renunciar al trono (910) se le comenzó a llamar definitivamente el Reino de León. Con Ordoño II como el primer rey leonés de importancia (914-924), tanta que una de las arterias principales de la ciudad lleva su nombre.
Con la llegada al poder de su hijo, Ramiro II, años más tarde (931-951) los leoneses comenzaron a crear serios problemas al ya Califato de Córdoba. No en vano terminaron llamándole el Diablo, mientras que los cristianos le llamaron el Grande.  Pero las sonoras victorias de este monarca dieron paso a una guerra civil de gran importancia en el territorio cristiano a su muerte, en la que hubo cinco reyes en los siguientes 35 años.
Y cuando la cosa pareció recuperarse políticamente, con Vermudo II, llegaron LAS RAZZIAS DE ALMANZOR y la contracción del reino casi hacia la altura de las ciudades de Astorga, Oporto, León y Burgos. Este reinado fue tan calamitoso, con prácticamente todas las villas y ciudades arrasadas (incluyendo su capital, León) y de tan poca estabilidad entre los condes de la frontera que al pobre Vermudo le terminaron llamando el Gotoso.
Y sin embargo, todas aquellas desgracias que estaban destrozando al antaño orgulloso Reino de los Astures fueron las que provocaron la necesidad de reformar EL FUERO JUZGO con una legislación que impusiera los hábitos de las nuevas necesidades que permiteran la rápida repoblación de los lugares perdidos ante los agarenos. Y que su hijo, Alfonso V, fuera el de los Buenos Fueros; el rey que cambió la Historia de los Derechos Fundamentales en Europa… y el que permitió que sus súbditos se lanzaran a conseguir EL MÁXIMO ESPLENDOR del Reino de León y sus FUEROS.
Nota: para conocer mejor la extensión del reino de León a lo largo de la Historia, es recomendable leer el blog del historiador Ricardo Chao llamado: ‘Corazón de León‘ y su libro ‘Historia de los Reyes de León‘, además de la cantidad de información que se puede leer en la sección de DOCUMENTACIÓN de este especial sobre el Fuero de León de 1017.

DOCUMENTACIÓN

LA BIBLIOTECA DEL REINO

Para continuar aprendiendo más sobre el Fuero de León de 1017 y la importancia del Reino de León en la Historia de España se incluyen en este especial de iLEÓN una serie de enlaces a Internet, a documentos PDF y un listado de libros sobre el tema.

Enlaces de Internet

Alfonso V de León (Wikipedia).
Ramiro II de León (Wikipedia).
Vermudo II de León (Wikipedia).
Almanzor (Wikipedia).
Las campañas de Almanzor (Web ‘Arre Caballo’).
León celebra los mil años del primer texto legal del mundo con Derechos Humanos (artículo de iLEÓN sobre los Decreta de 1017 de Alfonso V).
Estampas de la vida en León durante el siglo X (Libro HTML en web. Autor: Claudio Sánchez Albornoz).
La evolución territorial del Reino de León (artículo en Geografía Infinita).
Las Cortes que anticiparon el Renacimiento (artículo de iLEÓN sobre las Cortes de León de 1188).

Documentos PDF

 El fuero de León. Su historia, textos y redacciones. Alfonso García-Gallo y de Diego. Anuario de Historia del Derecho Español. Boletín Oficial del Estado.
 El Fuero de León. Notas y avance de edición crítica. Fuero en Latín.
 El Fuero de Avilés. Aureliano Fernández-Guerra y Orbe.
 El Fuero de Sanabria. Lauro Anta Lorenzo.
 El Fuero de Benavente. María Dolores Guerrero Lafuente.
 Los Fueros de Sahagún. María Dolores Guerrero Lafuente.

Recomendación de libros

 ‘El reino de León hace mil años. El Fuero de 1017’. Varios Autores. Colección Legio. Edita: Consejo Superior de la Casa de León en Madrid (Instituto de Estudios Leoneses).
 ‘Historia de los Reyes de León, de Pelayo a Juan I’. Ricardo Chao Prieto. Edita: Ediciones Rimpego.
 ‘El reino de los cuatro poderes’. Autor: Diego García Asensio. Edita: Eolas Ediciones.
 ‘Reyes y reinas del Reino de León’. Autor: Juan Luis Puente López. Edita: Ediciones Leonesas (Edilesa).
 ‘Reino de León, hombres, mujeres, poderes e ideas (910-1230)’. Diversos autores. Edita: Ediciones Leonesas (Edilesa).
 ‘Fueros locales del Reino de León (910 – 1230)’. Autor: Santos M. Corona González Edita: Boletín Oficial del Estado.
 ‘El Reino de León hace mil años más o menos’. Autor: Alfonso Prieto Edita: Lancia Ediciones.
 ‘Orígenes del Reino de Léon y de sus instituciones políticas’. Autor: Julio Puyol. Edita: Maxtor (Edición Facsímil).
 ‘El Reino del Léon’ (Novela). Autora: Ara Antón. Ebook.
 ‘El encargo del Rey. Una historia del Reino de León para jóvenes de todas las edades’. Autores: Ricardo Chao Prieto. Ilustrador: Alejandro F. Guiraldo. Editorial: Cultural Norte. Web: www.elencargodelrey.com
 ‘Cruz Negra’ (Cómic). Autores: Gol. Lola Aragón. Pedro Camello. Editorial: Aleta Ediciones.