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martes, 9 de julio de 2024

Paya Frank Historia del Judaismo Español 2º

 




Empeño judío en la colonización de Castilla y León (segundo artículo sobre el judaísmo español)

El relato judío de estas dos regiones, otrora reinos cristianos de la península, no es menos ilustrativo sobre la importancia que había tenido el judaísmo en la España medieval. Aquí encontramos, entre otras cosas, a los “pioneros” judíos de aquella época, que con su esfuerzo colonizaron amplias comarcas que habían sido despobladas por la lucha entre moros y cristianos.


¿Cómo llegaron los judíos a instalarse en el reino de Castilla durante la Reconquista? Dos factores explican este fenómeno: por una parte, los judíos huían en masa de Al Andalus, en donde eran ferozmente perseguidos por los fanáticos musulmanes que habían llegado luego de desaparecer el liberal y próspero Califato de Córdoba. Y las victorias de los ejércitos castellanos habían dejado una extensa "tierra de nadie", aldeas y ciudades despobladas como resultado de la encarnizada lucha librada contra los moros. Esta situación era conveniente a los castellanos, ya que era lugar para afrontar las incursiones de los musulmanes, y cuando la suerte no les sonreía, se refugiaban en los montes más hacia el norte. Pero en un momento dado los reinos cristianos se sintieron más fuertes y seguros, y entonces se planteó el problema de poblar esa zona. Por su parte, los judíos estaban buscando a dónde ir, y dispuestos a hacer cualquier cosa para poder sobrevivir. Así es que se instalaron en esas tierras convirtiéndose en campesinos, pastores y artesanos. Pero en las nuevas tierras colonizadas faltaban administradores de toda índole y personas que supieran solucionar los problemas económicos. Los reyes y la nobleza no contaban con hombres expertos; eran principalmente gente de armas, expertos en la lucha y la caza. Para eso estaban los judíos, y así se explica que durante siglos los hebreos cumplieran tareas tan esenciales para el desarrollo de esas regiones. Es cierto modo, fueron los “pioneros castellanos”.

En una población estimada en ocho millones de habitantes en el siglo XV (Castilla, Aragón y Navarra), se calcula que los conversos serían unos 250.00 mientras que los judíos practicantes sumaban 200.000 Es decir, unos y otros representaban un 5% del todos los habitantes de esos reinos. Pero en Castilla tan sólo, su proporción era mayor: se acercaba al 6% de la población: es decir, uno de cada 16 habitantes era judío; tres de cada 50, hebreos o conversos.

Como se puede ver, la historia de los judíos de Castilla es la propia historia de este reino, en todos los aspectos. Pero en las Cortes que se celebraban en distintas ciudades, se decidía el futuro de las aljamas castellanas. Una vez para imponerles nuevos gravámenes, y otra para concederles un poco de tranquilidad luego de épocas particularmente difíciles. Por lo general, en cada una de las decisiones de los reyes había alguna que otra conexión con la comunidad hebrea. A veces, incluso se promulgaron decretos especialmente para ellos, como el Ordenamiento de Alcalá y muchos puntos importantes de las Partidas de Alfonso X. Y en el siglo XV se dispusieron muchas restricciones durante el sínodo celebrado en Valladolid.

Porque, una vez consolidada la presencia humana en esos territorios, surgió el brote del antisemitismo. Y fuera de una que otra excepción, se repitió también aquí el conocido relato de las persecuciones, de las sangrientas matanzas y las espeluznantes escenas de odio antisemita, en un fuego de insensato extremismo religioso. Cundía por aquel entonces un fanatismo que no conocía límites, y que tanto perjuicio causó a ese país. Ya que no son pocos los que afirman que también por esa razón, de potencia mundial que fuera con dominios en los que "no se ponía el sol", España se vio acosado por guerras y conflictos que dieron lugar a su decadencia.

León

¿Cuantos “leones” debe haber en Israel? Desde luego que no faltan, hay tantos que hasta “Reviat Hateatrón” (Cuarteto del Teatro) de Tel Aviv compuso en los años sesenta una canción satírica que fue muy popular en su época: “Adón León” (señor León). Semejante personalidad no es de desmerecer, y buena prueba de ello es que el señor Alcalde incluso le dijo “Merçi”, reza el estribillo. Sea como fuera, recuerdo que fue un León Recanati quien fundó el Bank Discount, emporio del judaísmo sefardí de Israel, en donde se escuchaba en su momento más ladino que hebreo. Actualmente, el tercer banco en importancia de Israel.

Pasando al plano histórico, se ha de señalar que luego de la reconquista de esta región los judíos fueron especialmente bien acogidos, ya que como en el caso de Castilla, se necesitaba gente dispuesta a repoblar el gran número de pueblos que habían quedado desiertos durante casi dos siglos. Es por lo tanto aquí, que aparecen las pueblas judías: es decir, localidades habitadas principalmente por hebreos, en donde eran "personas gratas". ¿No es ésta una triste ironía? Porque eventualmente, los judíos sufrieron las mismas peripecias, humillaciones y asesinatos que en el resto de la península.

Se sabe que las pueblas cultivaron la tierra con ahínco, creando los graneros de todo el reino, de modo que se puede suponer que esos judíos, habrían de algún modo cultivado los campos de trigo y cebada que alimentaron a la población y enriquecieron las arcas del reino, con los altos impuestos que deberían abonar. Es sabido que la ciudad de Palencia prosperó gracias a esa actividad agrícola, así como pueblos tales como Monzón de Campos, Amusco, Herrera del Pisuerga, Astudillo, Cea y Roa. Y también es un hecho conocido que las autoridades eclesiásticas palentinas pidieron -y consiguieron en 1177- que la aljama de esa ciudad leonesa, que dependía directamente de los reyes, pasase en cuestiones tributarias al dominio del Cabildo Catedralicio, que otorgaba a los judíos una protección que era más ficticia que real.

Pero los disturbios antijudíos desatados en tiempo de Sancho IV, dieron lugar a que el monarca Fernando III tuviera que anular la decisión previa, declarando que los judíos de Palencia estarían nuevamente bajo la tutela exclusiva de la corona. Luego, para mal de todo el pueblo y, especialmente de los judíos, estalló la guerra civil entre Pedro I y su hermanastro Enrique de Trastámara. El escritor judío Samuel Carcas que vivía entonces en Palencia, escribió en su obra Mekor Hayim, un vívido relato del hambre y la miseria sufridos por los judíos de esa ciudad. Y las horribles matanzas desatadas en 1391 por un fanático prelado andaluz, el arcediano de Ecija, un tal Fernando Martínez de triste memoria, completaron la tarea y la ciudad quedó "limpia" de judíos.

A continuación una somera descripción de las principales localidades castellanas y leonesas donde existieron aljamas judías:

Alcalá de Henares

Se sabe que el obispo de Toledo concedió a los judíos de esa ciudad castellana las mismas leyes e iguales derechos que a los cristianos. Pero, posteriormente, Alfonso XI, en la gran reforma legal que en febrero de 1348 sancionó en lo que es hoy esta importante ciudad madrileña, incluyó capítulos que afectaban negativamente a los hebreos. Después de la Expulsión, algunos conversos llegaron a dictar cátedras en la Universidad Complutense (la ciudad se llamaba Complutum de la época romana), famoso centro de estudios fundado por el Cardenal Cisneros, regente de España, a la muerte de Fernando el Católico,

Arévalo

Según el cronista Juan José de Montalvo, esta localidad segoviana tuvo una aljama importante, y al ser expulsados de España, no menos de cuatro mil judíos, que vivían en la judería junto al río Adaja, la tuvieron que abandonar.

Avila

Otra ciudad de Castilla, antes llamada la Vieja, que contaba con dos aljamas. La principal se hallaba en la parte noreste del famoso recinto amurallado. (Como se sabe, la patria de Sta. Teresa de Jesús, que fue de origen judío, tiene hasta hoy la muralla mejor conservada en toda la península). La otra estaba en el ángulo sudoeste de dicho muro protector. Parece ser que en la época romana ya había judíos en esa ciudad. También se dice que residió en esta ciudad -y hay quienes afirman que nació en ella- un judío muy notable, rabí Moisés de León (véase el párrafo dedicado a la capital leonesa).

Berlanga del Duero

Esta pequeña localidad castellana, que fue una impresionante villa medieval, se distingue hoy por haber conservado su aspecto original y su magnífico castillo. Así es que cuenta con una colegiata gótica que habría estado en un barrio llamado la Yubería, que se extendería hasta el Mirador de las Monjas. Y tiene un llamado rollo, en donde se habría castigado a más de un judío reacio que no quería renunciar a su fe.

Briviesca

Como si no fuera poco lo que hicieron los españoles contra los judíos durante esta larga y trágica crónica de persecuciones, indícase que la aljama de esta localidad en la provincia de Burgos fue "totalmente destruida" por las tropas de los mercenarios... franceses mandados por el general Bertrand du Guesclin. Efectivamente, el aspirante al trono Don Eduardo, había contratado los servicios de este militar francés, en la lucha civil desatada contra su hermanastro Don Pedro, por la corona de Castilla. Afírmase que esa judería contaría con 200 judíos aunque, algunos historiadores como Itzhak Baer, no aceptan esa cifra señalando que el lugar era tan pequeño que no es admisible que hubiera tantos hebreos.

Burgos

Nuevamente una ciudad española que habría tenido una importantísima aljama, de la cual no queda prácticamente el menor indicio. En el poema Mío Cid se indica la estratagema del Conquistador para conseguir fondos al ser desterrado de Castilla. Hizo llenar de arena dos baúles en prenda a los judíos Raquel y Vidas, haciéndoles creer que contenían joyas de gran valor. Pero es notable el desenlace de ese suceso: dio lugar a una relación amistosa del famoso héroe con los judíos, a los que premia luego con sendos cofres llenos de plata, en lugar de aquéllos. Uno de ellos es exhibido en la catedral burgalesa, y es conocido como el "Cofre del Cid".

La judería de Burgos fue favorecida en la época de Fernando II y Alfonso X, en especial cuando este último decretó las Leyes Nuevas, que la ponían al amparo de cualquier injusticia. Los judíos -lamentablemente como en muchos otros casos- fueron los recaudadores de impuestos, y despertaron el rencor de muchos contribuyentes cristianos. Pero la aljama albergaba cada vez más hebreos, y en 1290 se anota que abonaron tributos por más de cien mil maravedíes, mientras que las juderías más prósperas de Castilla y León apenas llegaron a los dos tercios de esa suma. Con las guerras intestinas de Castilla (1350-69) comenzó la decadencia judía en esa ciudad: por haberse puesto del lado del rey don Pedro, y haber participado en la lucha de Burgos contra las huestes del rebelde, los hebreos tuvieron que abonar una multa de un millón de maravedíes a Enrique II. Afírmase que hasta tuvieron que vender los ornamentos de la Torá para poder reunir esa astronómica suma, y los que no pudieron pagar su parte fueron vendidos como esclavos. Esta ciudad también fue testigo en 1391 de las matanzas provocadas por el arcediano de Ecija.

Castrogeriz

Esta aldea castellana, junto a la región de León, habría estado originalmente poblada en su mayoría por judíos. Ello se explica en el hecho que en la Carta Puebla otorgada en el año 974 a esa localidad por el Conde Fernán González, se concede a los judíos los mismos derechos que a cualquier cristiano. Pero cuando Sancho el Mayor falleció en 1035, los habitantes de Castrojeriz saquearon el palacio real en Mercadillo, cerca de Burgos, y dieron muerte a cuatro oficiales del rey y a sesenta judíos, aunque los demás pobladores no sufrieron daño, salvo que se les obligó a trasladarse a Castrillo y establecerse allí. El significado resulta evidente: cuando sucedía una revuelta contra la monarquía los judíos, que eran propiedad del rey, figuraban entre las primeras víctimas.

Ciudad Real

Siendo como era una villa creada por el Rey Alfonso X para limitar en cierto modo la gran gravitación que tenían las órdenes militares, los judíos no tardaron radicarse en ella, en vista de las ventajas que tenía el hecho de residir en una ciudad bajo el dominio directo del monarca castellano. Con el transcurso del tiempo prosperaron y tuvieron no poca influencia en los asuntos de la ciudad. Pero el saqueo de la aljama y la matanza general de anusim y judíos, dio por terminada su presencia en 1449.

Sin embargo, Ciudad Real era conocida como un centro de nuevos cristianos, que sólo lo eran de nombre. Así es que en 1483 se estableció un tribunal inquisitorial, que comenzó con cierta moderación, y publicó un período de gracia de 30 días. Muchos conversos huyeron, y algunos confesaron ser judaizantes. El primer auto de fe se efectuó en noviembre de ese año, en el que los acusados declararon públicamente su arrepentimiento y fueron reconciliados con la iglesia. Pero en febrero de 1484 34 personas murieron en la hoguera, reiterando su condición de judíos sin que aceptaran reconciliarse, lo que les habría permito morir por el garrote, antes de que sus cuerpos fueran quemados.

Cuéllar

Pequeña ciudad de la provincia de Segovia, cuya judería había crecido de cincuenta a doscientas almas poco antes de la Expulsión, gracias a los favores concedidos por el corregidor de la villa. Es interesante señalar que según testimonios obtenidos de los procesos de la Inquisición, en los años 1470 las relaciones entre la aljama y los demás vecinos eran tan buenas, que en Rosh Hashaná (Año Nuevo judío) muchos cristianos respetables de ese pueblo, del palacio del duque y de la villa solían acudir a la sinagoga, a fin de escuchar el sermón de "rabí Simuel, físico del sennor duque". Afirmábase que éste era un gran filósofo y en sus prédicas discutía y razonaba sobre esa ciencia y no sobre cosas de sus religión, por lo que también los cristianos podían escuchar sus palabras.

Cuenca

Desde el momento en que fue reconquistada en 1177 por Alfonso VIII, esa ciudad manchega estuvo dividida en tres barrios: el cristiano, que era el mayor, el musulmán, llamado Argelillo, y el judío emplazado próximo al alcázar. Y parece ser que todas las tres comunidades convivieron, hasta los terribles sucesos de 1391. Previamente, el rey castellano había dictado un fuero muy liberal para la ciudad, en el que se tomaba en cuenta la condición de los judíos; "Cualquiera que venga a Cuenca a habitarla, venga seguro cualquiera sea su condición, es decir, cristiano, moro, judío, libre o siervo". Pero la incitación antijudía fue particularmente intensa en el siglo XV, y con la Expulsión ha desaparecido todo rastro de esta aljama.

Guadalajara

Afirman los cronistas que cuando los ejércitos musulmanes llegaron a esta ciudad castellana, ya vivía en ella una importante comunidad hebrea. En 1139, al ser reconquistada por Alfonso VIII, éste le otorgó un fuero especial en el que los judíos obtenían los mismos privilegios y obligaciones que los caballeros. Dos tercios de los varones jóvenes debían acompañar al monarca en sus campañas, y el tercio restante protegería la plaza fuerte de posibles ataques. La aljama prosperó de tal manera que llegó a tener no menos de ocho sinagogas, pero como en otras ciudades, las matanzas de 1391 iniciaron su decadencia. Sin embargo, posteriormente se convirtió de nuevo en un centro de eruditos rabínicos e intelectuales judíos. Se ha de recordar que en ella nació un distinguido estudioso, Moisés de León, autor del Sefer Hazohar, que expone las teorías esotéricas del judaísmo.

León

Primeramente los judíos se instalaron en una “puebla” llamada Castro Iedeorum ya a fines del siglo X, y las leyes más antiguas del reino (Fuero de León, 1017-1020) estipula que si un hombre libre poseyera una casa construida en el solar de otro y deseara venderla, el precio han de fijarlo cuatro tasadores, dos cristianos y dos judíos. Es decir, de ello trasciende que los judíos tenían los mismos derechos que los cristianos. Se sabe que los judíos pagaban al rey un impuesto colectivo. Y los de la ciudad de León tenían sus privilegios. Pero en 1092 Alfonso VI accedio a las demandas de la nobleza y el pueblo llano, y re4dujo esos derechos y privilegios. Sin embargo parecer ser

Se cuenta que durante las celebraciones de Pascua, el Viernes Santo, los cristianos de la ciudad bajaban a la judería, junto al barrio Húmedo, para vengarse de los judíos, a los que consideraban responsables de la muerte de Cristo. Las autoridades, alarmadas, para evitarlo, decidieron permitir una suave bebida alcohólica en las tabernas del camino, con la que se emborrachaban y desistían finalmente de sus intenciones. Esta bebida era la limonada; originalmente vino tinto rebajado con agua, limón y azúcar.

Según las crónicas de Lucas de Tuy, en 1196 arrasaron el Castro y sus habitantes fueron convertidos en esclavos. Pero a pesar de todo, muchos judíos se instalaron en el centro de la ciudad. Se estima que se dedicaron no solamente a la artesanía y el comercio, sino también a la agricultura. Pero en 1293 el rey Sancho IV prohibió a los judíos de León la posesión de tierras de labor. Desde esa fecha lo judería sufrió todas las visicitudes de otras aljmas. En 1313 se les obligó a llevar el distintivo amarillo, en 1365 se les obliga a abonar el impuesto de alcabala y en 1449 se registró todo un pogrom en el que murieron muchos judíos. Finalmente, en 1481 once años antes del Edicto de Expulsión, son desterrados de León.

Hoy, parece ser que las cosas en algo habrían cambiado. Según el boletín informativo de abril de 2004, de la Red de Juderías de España, durante ese año se prosiguieron las excavaciones arqueológicas realizadas por la Universidad de León en el barrio de Puente Castro, “también conocido como Castro de los Judíos”, además de realizarse otras actividades para revivir su pasado judío. ”De este modo se dispondrá de un espacio expositivo adecuado en el que desarrollar un recorrido por la historia, sociedad y cultura hispano-judías, su implantación en la ciudad de León (aljamas del barrio de San Martín-Santa Ana y Puente Castro), en el resto de la provincia, donde se constatan hasta 23 juderías (Sahagún, Astorga, Valderas, Cea, etc.) así como en los otros reinos hispánicos”, señala la noticia.

Posiblemente una de las figuras más destacadas del judaísmo leonés fue Moshé ben Shem Tov de León, autor del célebre libro Zohar (Esplendor). Se supone que este rabino y estudioso español habría nacido en León en 1205 y fallecido en Arévalo en 1305. Después de incursionar en el aristotelismo de Maimónides, se dedicó al estudio de la Cábala y escribió la mayor parte de aquel libro, considerado como la base de la ciencia esotérica judía. Estuvo en contacto con cabalistas de diversas partes de España, incluso con los de la escuela de Najmánides en Girona, que era el centro de la Cabalá en la península. Se le atribuyen no menos de 24 obras y escritos sobre ese tema, particularmente en la época en que residió en Guadalajara y, más tarde, en Ávila.

Madrid

La capital de España tiene el dudoso honor de haber sido escenario de los más espectaculares procesos de la Inquisición. La hoguera permanente, para atemorizar a todos los que vacilasen de la fe, estaba en el centro de la ciudad, en la calle de Alcalá esquina Serrano, frente las verjas del Retiro, el famoso parque madrileño. En el Museo del Prado se pueden contemplar dos cuadros que representan autos de fe, uno de Alfonso de Berruguete y el otro de Juan de Borgoña. Juan Atienza demarca la antigua judería entre las calles de Bailén y Mayor, la plaza de Oriente y la de Isabel II, además de otra aljama situada en la actual Plaza de Levapiés. Durante las matanzas de 1391 fueron asesinados o tuvieron que convertirse la mayoría de los judíos de esa villa, cuyas autoridades echaron la culpa al "pueblo menudo", que siguió hostigando a los hebreos durante todo un año.

Es interesante señalar que en el siglo XVII, cuando España era tabú a los hebreos, el conde de Olivares hizo que muchos judíos regresaran a este país para que fueran, a estar lo que dice el citado historiador hispano, "consentidos por las necesidades que el gobierno tenía de sus conocimientos mercantiles y económicos, en un momento en que la economía española se encontraba totalmente agotada". Y no es de extrañar, por qué esa época coincide con la prosperidad comercial de los Países Bajos, en donde había florecido una importante colectividad sefardí, sobre todo en Ámsterdam.

Madrigal

Los Reyes Católicos, luego de derrotar a sus enemigos del exterior y el interior, celebraron las Cortes en esa villa de Ávila en abril de 1476 las que, entre otras cosas, suspendían en forma total la prorrogativa de las aljamas de juzgar sus propios pleitos. Los reyes confirmaron los edictos de 1380 y 1412 sobre el particular. Cabe señalar que la decisión se adoptó para propiciar las nuevas ideas políticas de los soberanos, que les hizo sustraer la jurisdicción penal de manos de todas las corporaciones políticas. En ese mismo año se creaba la Santa Hermandad, cuya finalidad era servir como instrumento para cimentar la monarquía absoluta. Nada de fueros y privilegios, se habían echado los cimientos para labrar la Solución Final del Problema Judío de España.

Medinaceli

Este pueblo de Soria tiene antecedentes de haber contado con una aljama que llegó a ser bastante importante en la Edad Media. Afírmase que cerca se pueden divisar los restos de lo que fueron unas salinas montañeras, que habrían sido explotadas por un judío local, quien se comprometió a recoger la sal y entregar la mitad al arcediano de Sigüenza. Transcurridos cuatro años, tuvo que entregarlo todo a la catedral. Aunque no existe documentación escrita, sí se ha notado que el antiguo convento de San Jerónimo, ahora conocido como la iglesia de San Román tiene una planta totalmente divorciada del estilo en que se construyeron los templos de la Edad Media, por lo que se supone que allí había estado la sinagoga local, ya que ésta sí responde a la forma en que se edificaban los templos judíos de esa época.

Medina de Pomar

Las viejas crónicas la consideran como la aljama más importante de las merindades de Castilla la Vieja; es decir, esas uniones de pueblos con características geográficas y económicas similares que existían en el centro de España. A estar a esos testimonios, la sinagoga estaba fuera de las murallas y se estima que la judería estaría ubicada en la zona de las Casas Nuevas, delimitada ahora entre la calle de Nuño Rasura y la carretera de Incinillas, junto al llamado Campo de Santa Clara.

Miranda de Ebro

Una de las aljamas más antiguas de Castilla, obtuvo un fuero en 1099 que concedía a los hebreos iguales derechos que los cristianos y musulmanes, un privilegio que fue confirmado en 1304 por Fernando IV. Otros reyes castellanos, como Alfonso XI y Pedro I lo refrendaron en 1347 y 1351. Durante la guerra civil de 1360, los hombres de Enrique atacaron la judería matando a no pocos judíos. Pero posteriormente las autoridades de Burgos concedieron una serie de nuevos privilegios a los judíos, como el derecho a tener sinagogas y trabajar los domingos en sus casas o en talleres cerrados. En 1485 tuvieron que abonar un tributo especial de 107 castellanos para contribuir a financiar la guerra contra el reino de Granada. Cuando fueron exilados en 1492, los judíos vendieron a la comunidad tanto el osario como la sinagoga, posiblemente situada en la actual calle La Fuente, que se convirtió en iglesia. El resto de los bienes hebreos pasó a ser propiedad del Concejo.

Ocaña

No lejos de Toledo, esta ciudad castellana también tuvo su aljama. Las leyes del Fuero Juzgo, promulgadas en 1296 sobre la anulación de deudas de cristianos a judíos, disponían que no se aplicaban a esa localidad. En 1313 Alfonso XI otorgó los tributos de la localidad a la Orden de Santiago, y si bien la judería sufrió las consecuencias del pogrom de 1391, se repuso poco después. Posteriormente se indica la presencia de un grupo de conversos, que mantenía estrechas relaciones con la judería local. En 1483 algunos judíos expulsados de Andalucía encontraron refugio en Ocaña. En esa época el rabino local era Isaac de León, uno de los que más se distinguieron en la época que precedió a la Expulsión. También se tiene noticia de los autos de fe celebrados allí al final del siglo XV y comienzos del XVI, aunque posteriormente otros conversos se instalaron allí hasta el siglo XVII.

Olmedo

No se tiene noticia cuándo se creó la aljama de este pueblo, situado en la provincia de Valladolid, famoso por haber sido allí donde don Alfonso derrotó al ejército de Enrique IV en 1467. Se sabe que esta localidad fue capturada del dominio musulmán poco antes de 1085 por Alfonso VI, pero estaba deshabitada y volvió a ser repoblada en 1095 obteniendo un fuero especial. La comunidad judía creció en especial durante el siglo XIII, y en 1485 Juan II le otorgó ciertas franquicias en el pago de tributos. Los documentos indican que en 1474 la aljama abonó 500 maravedíes en tal concepto, y un año antes de la Expulsión, en 1491, los tributos de los judíos ya sumaron 108.500 maravedíes. Asimismo, se tiene noticia de que los Reyes Católicos ordenaron que se investigara la queja elevada por la comunidad, en cuanto se refería a la clausura de la calle entre el barrio judío y la plaza del pueblo. De ello se infiere que Olmedo figuraba entre las localidades castellanas, en las que se había intentado aplicar sanciones contra los hebreos.

Oña

Esta ciudad burgalesa exhibe uno de los monumentos más evidentes de la presencia judía en la península, ya que la clara ubicación de su aljama permite identificar el lugar donde estaba, apenas pasado el llamado Arco de la Estrella y se llega a la Plaza Mayor. A izquierda se halla la calle de Barruso, que fue la arteria principal del barrio judío. Esta localidad fue originalmente un castro romano en la calzada llamada Austrigona, que prosperó con el tiempo al obtener el rango Condal y fueros especiales. Se estima que los primeros judíos se establecieron a principios del siglo XII, creando una aljama que todavía es conocida como el "burgo de la Judería".

Palencia

No deja de ser raro que nada haya quedado de una aljama que figurara entre las más importantes del Reino de Castilla. Fuera de algunas lápidas expuestas en el Museo Provincial, de hecho nada se ha encontrado. Pero existen buenas razones para afirmar que en esa ciudad vivía una de las más numerosos juderías de toda la región, y que los monarcas acordaron un trato muy humano a sus vasallos judíos. Pero cuando el clero local se hacía cargo de ellos, siempre ocurrían abusos e injusticias, y los judíos acudían a los reyes pidiendo su protección.

Las crónicas locales señalan que durante el siglo XIII esa comunidad fue particularmente próspera, habiendo alcanzado su pico en 1208, y estaba dividida en dos aljamas. Se sabe, por ejemplo, que en 1291 cada judío residente debía abonar en concepto de impuestos 33 maravedíes. Sin embargo, llegaron los días aciagos de 1391, el barrio judío fue asolado por la frenética turba, y todos los hebreos fueron bautizados o ultimados. Una de las principales sinagogas quedó convertida en un hospital, que luego pasó a ser una cárcel. Los pocos judíos que quedaron posteriormente eran casi todos paupérrimos, obligados a exhibir el denigrante emblema amarillo.

Salamanca

En donde se creó la primera universidad española, centro del saber y la ciencia, tuvo en su época una importante aljama. Se tiene conocimiento de que en 1169 los judíos acaudalados de esa ciudad extendieron una valiosa ayuda económica al rey Fernando II de León, en su guerra contra Castilla. Un año más tarde, el Fuero de Salamanca otorgaba a los judíos los mismos derechos... y deberes también, que a los cristianos. Así se entiende que la aljama local haya prosperado y que reyes y señores hayan recurrido a su ayuda económica hasta las matanzas de 1391. Pero después de esa fecha hubo persecuciones constantes, y en 1456 se les acusó de haber asesinado a un recién nacido. Solamente la intervención de Juan II logró salvar a la comunidad hebrea de ser exterminada. Pero ello era suficiente, y la mayor parte de su población judía emigró a Portugal muchos años antes del Edicto de Expulsión. Entre los que quedaron figuraba una gran mente del siglo XV, Abraham Zacuto, profesor de la universidad y una de las figuras que asistieron a Cristóbal Colón a emprender su viaje a las Indias.

Segovia

Afírmase que ya en la época romana había judíos en esa ciudad castellana, lo que permite suponer que es una de las villas españolas con más antigua presencia judía. Pero está bien documentada la existencia de una importante comunidad a partir del siglo XIII. Posteriormente fueron recluidos en la aljama, cuando sólo existía la Judería Vieja. Pero más tarde su número aumentó de tal modo que se tuvo que crear la Judería Nueva, para poder alojar a los nuevos llegados. Por lo general fueron hacendosos artesanos, zapateros, fundidores, plateros, latoneros y talabarteros.

Pero en una comunidad tan grande no podrían faltar personas más ilustres y de alta alcurnia, como el rabino Cag, y no eran pocos los médicos de ese origen que atendían por igual a judíos y cristianos. En el archivo de la catedral hay evidencia de una multa de 30 dineros impuesta a la colectividad por el rey Fernando IV, con toda probabilidad por el mero hecho de no creer en Cristo. Otros documentos relatan el número de sinagogas que tenía la ciudad, una de las cuales fue edificada en 1410 y nueve años más tarde fue convertida –como en tantos casos similares- en una iglesia.

Sepúlveda

La aljama de esta ciudad castellana, que se encuentra al noroeste de la capital provincial, pertenecía al Obispo de Segovia. Llegó a su mayor prosperidad en el siglo XIII, cuando Fernando IV concedió un fuero en el que se otorgaba a los judíos diversos privilegios. Sin embargo, ninguna cristiana podía ser nodriza de un niño judío, y de hacerlo sería azotada y expulsada del pueblo. Asimismo, se prohibía a los judíos comprar carne durante tres días en las fiestas de Pascua, Shavuot (Tabernáculos) y Navidad, a no ser que fuera de cabra.

Sigüenza

Según el primer documento que cita a esa aljama, en 1124 el rey de Castilla concedía al obispo jurisdicción sobre aquélla; es decir, que gran parte de los tributos irían a las arcas del clero católico. Y esos aportes eran considerables, en razón de la importancia de esa judería de la Alcarria española. Es cierto que parte de los hebreos se dedicaban a la agricultura, pero se sabe que los judíos tenían en esa ciudad importante negocios de salinas. Cabe señalar que en 1490, cuando la comunidad había perdido gran parte de su prosperidad, aún pudo reunir la considerable suma de 204.464 maravedíes por el rescate de los judíos de Málaga, que había sido conquistada por los Reyes Católicos. Luego, después de la Expulsión, el barrio fue repartido entre los poderosos, y se sabe que el cardenal Mendoza donó la antigua sinagoga a un pariente suyo, don Pedro Lasso de Mendoza, que en 1494 la ofrecía en venta por veinte mil reales.

Soria

Nuevamente nos encontramos con una ciudad castellana, que los historiadores afirman fue un importante centro cultural judío. Indícase que de allí procedía el rabino Yosef Albo, que tomó parte en la disputa teológica convocada por Benedicto XII en Tortosa. En Soria no había una aljama propiamente dicha, aunque se sabe que los judíos solían residir –como en muchos otros casos- en torno al castillo. El historiador Baer estima que en el siglo XII la judería contaría con unas 50 familias. También fue en esa villa donde se reunieron las Cortes de Juan I en 1380, aprobando nuevos decretos contra los judíos. Una de las cláusulas prohibía la "oración de los erejes" (Birkat Haminim), abolieron la prerrogativa otorgada a la comunidad de juzgar entre ellos y de circuncidar a sus esclavos musulmanes y tártaros.

Asimismo, en relación con las terribles matanzas de 1931, se relata que un judío notable de Soria Shemuel Benveniste, que en 1380 se había establecido en Zaragoza y visitaba de vez en cuando su ciudad natal, se apresuró a refugiarse en uno de los castillos del obispo de Osma. La reina de Aragón escribió a ese prelado pidiéndole que le permitieran regresar a la capital aragonesa sano y salvo. Pero el obispo no se apresuró a satisfacer el pedido real, diciendo que en razón de los desórdenes no podía visitar los castillos y que si el judío se bautizara, ello no disgustaría precisamente a la monarca...

Talavera de la Reina

La aljama de esta localidad castellana, que en el siglo XII era pequeña y dependía de la generosidad de los judíos adinerados de Toledo, pasó a ser poco antes de la Expulsión una comunidad relativamente grande y próspera, en la que estaban registrados 168 judíos "pecheros" (persona obligada a abonar un tributo). Treinta de los ricos tenían un peculio de 30.000 maravedíes, lo que no dejaba de ser una suma reducida luego de la devaluación sufrida –también en aquellos tiempo- por esa moneda. Se sabe, además, que se dedicaban a la cestería, mientras que la "clase media" de entonces estaba integrada por plateros, tenderos, médicos y arrendadores, que poseían entre 10 y 30 mil maravedíes

Toledo

Afírmase que no es posible referirse a los judíos españoles sin tener presente a Toledo, ya que esta ciudad es donde surgió el mayor esplendor hebreo del medioevo, y de ella la gran tradición sefardí que existe hasta nuestros días. Una villa plena de recuerdos de sus estudiosos y sabios judíos, que levantaron el conocimiento medieval europeo hasta límites casi increíbles, permitiendo recuperar conocimientos de muchas civilizaciones previas.

Su gran esplendor tuvo lugar entre los siglos X y XIII. Es un hecho comprobado que en esa época los judíos españoles empezaron a desempeñar un papel esencial en la difusión de las ciencia y la filosofía del Oriente. Se dedicaron con particular ahínco a la descomunal empresa de traducir al latín los clásicos árabes, ya fueran originales como traducidos del griego. En esa ciudad se creó la famosa Academia de Traductores, entre donde figuraban no pocos judíos o, por lo menos, anusim, sin cuyos conocimientos de idiomas sería imposible esa tarea. Asimismo, funcionaba un centro del estudio de la Cábala, que se hizo famoso y creó la llamada "leyenda de la magia toledana".

Muchos judíos de esa ciudad castellana tenían la impresión que la ciudad habría sido fundado cuatro milenios antes por sus antepasados, descendientes directos del patriarca Noé. Suponían que Toledo había sido capital en la época de Hiram de Tiro, el rey que ayudó a Salomón a erigir el Templo en Jerusalén. De cualquier modo, en aquellos tiempos todos los judíos de la ciudad eran vasallos del Rey de Castilla, y estaban bajo su protección. Tenían una absoluta libertad religiosa y contaban con un gran rabino, que disponía de dayanim (jueces) y personeros, para administrar la numerosa congregación.

El mayor barrio judío se concentraba en las pendientes al sur de la ciudad, que descienden hasta el Tajo, que de hecho se dividía en dos sectores, la Alcaná y la Aljama. Los hebreos más ricos se concentraban alrededor de la parroquia de S. Tomé, y no lejos estaba la llamada "Casa del Judío", que fue la residencia de don Isaac Abravanel, que prestó fondos a la Reina Isabel para que pudiera financiar la expedición de Colón. A fines del siglo XIV había en Toledo no menos de diez sinagogas, y hoy todavía se pueden contemplar dos: Santa María la Blanca y el Tránsito, fehacientes recuerdos de un pasado tan glorioso.

Pero como en toda España, la comunidad fue objeto de rencor y envidia, y víctima de no pocas persecuciones. En el siglo XIV sufrió las terribles consecuencia de las guerras civiles en Castilla, y en 1355 las tropas de Enrique de Trastámara invadieron una de las aljamas toledanas y pasaron a cuchillo a 1.200 judíos. Ese rey solía realizar frecuentes "incursiones" contra los judíos de esa ciudad, de las que sacaba cuantioso botín, y afírmase que en el sitio de la ciudad de 1368 a 1369 muchos miles de judíos murieron de inanición. Finalmente, los pogromos de 1391 también llegaron hasta esa ciudad castellana, y fueron muchos los hebreos que –nuevamente- perdieron la vida de manos de la turba enfurecida. A principios del siglo XV se privó a los judíos del derecho de ejercer cargos públicos, y en 1480 se les obligó a residir en ciertas partes de la ciudad. En mayo de 1485 la Inquisición, que antes estuvo en Ciudad Real, se estableció allí, proclamando un período de gracia de cuarenta días, que luego fue prolongado por noventa más, invitando a los conversos a presentarse ante el tribunal para confesar sus pecados. Además, los inquisidores obligaron a los rabinos a proclamar en las sinagogas que todo judío que supiera de marranos judaizantes y no los delatara, sería objeto de una anatema, lo que era todavía un castigo muy severo para la masa devota. Este método de obtener testimonio de los hebreos, un procedimiento que fue muy discutido en su época por su carácter perverso y malsín, llegó a convertirse en un sistema aplicado sin miramiento en todas las juderías de esa época hasta la Expulsión. Se dieron también muchos casos de cristianos que denunciaban a conversos, sencillamente para vengarse de ellos por razones totalmente ajenas a la religión. Y una denuncia, como se sabe, era suficiente en muchos casos para condenar al infeliz denunciado. Indícase que casi mil nuevos cristianos fueron juzgados por el Santo Oficio.

Y por último, y como suele suceder con tanta frecuencia en este relato, los apellidos Toledo y Toledano se escuchan a menudo en este rincón oriental del Mediterráneo.

Toro

En una de las calles de esa ciudad castellana hay una casa que tiene un balcón en forma poco común, parece como si fuera un púlpito. Y habría sido allí, en pleno centro de la judería, donde solían predicar los frailes dominicos para conseguir la conversión de los judíos, una teoría que habría sido confirmada por Cantera Burgos. Precisamente en frente de ese balcón hay una casa que los ancianos conocen como La Bodega del Judío.

Valencia de Don Juan

Este pueblo de León tuvo también su aljama de la que nada queda hoy. Pero un hecho histórico debidamente comprobado, arroja luz sobre su importancia. En 1379 mientras se celebraba Pesaj, la Pascua judía, la Reina Juana, esposa de Enrique II, impartió instrucciones al obispo de Oviedo para que confiscase la sinagoga de esa judería, ya que no se podía tolerar que aquélla fuese mayor y más lujosa que la iglesia parroquial. Se puede suponer que la sinagoga fue edificada en la época de Pedro I, cuando los judíos gozaban de suficiente libertad para actuar con semejante osadía.

Valladolid

Se estima que en el siglo XIII la aljama de esta hoy importante ciudad de Castilla y León (anota unos 500.000 habitantes), ya tenía una numerosa comunidad judía, aunque en 1288 el rey había prohibido la adquisición de tierras en sus alrededores, ya que temía perder así los tributos que obtenía en ese concepto. Desde 1221 hasta el siglo XV esa ciudad castellana tuvo una numerosa comunidad judía, que contribuyó famosos apellidos a la historia medieval de España, como la celebrada familia Benveniste. También se sabe que un tal Josef ben Moses el Gerondi, que era hijo del gran cabalista gerundense Najmánides, fue un favorito en la corte del rey Alfonso el Sabio, un monarca liberal semejante en muchos aspectos a Jaime I de Aragón. Ambos tuvieron gran consideración con los judíos, precisamente por apreciar su contribución al desarrollo y la prosperidad de sus tierras.

Aunque en 1335 Alfonso XI escribía desde esta ciudad a todos los alcaldes y concejos, anunciando la concesión de privilegios especiales a las aljamas de todo el reino, pronto cambiaría el cariz de la situación, como consecuencia de las guerras civiles en Castilla. Durante los disturbios antijudíos del año 1367, la turba destruyó no menos de ocho sinagogas, lo que proporciona una idea de la importancia que había llegado a adquirir esa aljama. Sin embargo, en 1412 el gobierno castellano, a pedido del notorio agitador antisemita fray Vicente Ferrer, promulgó en Valladolid una legislación que coincidía con la línea tradicionalmente adoptada por la Iglesia, que tenía el propósito de desmoronar la vida económica y social de los hebreos y convertirlo en un grupo aparte. Ello no obstante, en 1432 se celebra un gran sínodo rabínico en esa ciudad, a iniciativa del gran dirigente hebreo Don Abraham Benveniste, que era Gran Rabino de Castilla. A su término se dictaron las takanot (ordenanzas) que pretendían regular la vida de las juderías, dictando normas sobre la elección de las autoridades de las aljamas y otros asuntos administrativos. Entre ellos, uno de los principales era cómo castigar a los malsines (delatores) que causaban perjuicio a las comunidades judías. Es interesante señalar que estas disposiciones fueron dictadas en una mezcla de hebreo y español, aunque la mayor parte de los textos estaban en la lengua castellana.

Villadiego

Es bien conocido el refrán "tomar las de Villadiego", o sea poner los pies en polvorosa. Algunos estudiosos opinan que se derivaría de una serie de privilegios otorgados a los judíos de esa ciudad castellana por Fernando III, para impedir su detención. Dícese que consistía en unas calzas distintas, de modo que cuando un hebreo huía y quería que no lo aprehendieran, "tomaba las calzas de Villadiego".

Sea como fuere, es evidente que hubo allí una importante judería, cuyos restos se han conservado hasta nuestros días. Se encuentran pasando la Plaza Mayor, junto a la puerta que servía a los peregrinos jacobeos. Se explica que cuando desaparecieron los judíos de esa localidad, el barrio hebreo entero fue comprado por el Marqués de San Cruz, quien lo donó a unas monjas que edificaron su convento dentro de ese recinto. Se supone que debió ser de un tamaño considerable, e indícase que en 1390 había allí, por lo menos, unas veinte familias judías.

Zamora

Hay quienes afirman que esta ciudad había albergado judíos antes que cualquier otra. Y hasta se dice que habría sido fundada por hebreos. Un escritor del siglo XVII, Rojas Villandrando insistía en que habría sido creada por hebreos seis siglos antes de Jesucristo, aunque no existen testimonios que confirmen lo que parecen ser meras leyendas. Lo cierto es que la aljama se remonta a tiempos muy remotos, posiblemente antes de la era actual. Pero se tiene conocimiento que fue una de las juderías más florecientes de la península en el medioevo. Como ejemplo de la importancia, se indica que los judíos habrían trabajado en las canteras para construir sus murallas. Por lo menos se han encontrado lienzos de muralla con signos que se identifican como letras del alfabeto hebreo. Afírmase que era tan grande, que no menos de 30.000 judíos salieron de Zamora en 1492 hacia su terrible destierro.

Sin embargo a la muerte de Fernando IV (1312), que dejó un vacío en el mando del reino, se intensificaron las tendencias antijudías y en 1313 se celebró un sínodo en esa ciudad, que imponía serias restricciones a las aljamas. Entre otras cosas, se prohibía a los hebreos asumir cargos públicos, se los apartaba de los cristianos, se les obligaba a llevar señales distintivas en sus ropas y abonar diezmos a la Iglesia y otras medidas similares. 

@ 1996 Frank Paya

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