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jueves, 13 de agosto de 2020

Adriano Corrales Arias .- Carta al hijo

 Sería difícil escribir esta carta sin evitar las justificaciones


digresiones de caída y vela hinchada hacia el poniente

en el fósforo del Báltico un amanecer de lluvia y lágrimas

con el rostro frente a las paredes blancas de un hospital invernadero



¿Será difícil inventariar las lunas los cruces de esquina

los caballos estivales galopando a ambos lados del transiberiano

las noches de vodka alrededor de la ausencia sin tus pasos?



Será duro el batallar de los acontecimientos

las visas los pasaportes los aeropuertos los desencuentros

las callosidades del alma la inutilidad de los abrazos



Será difícil anotar que he desvivido bebido huido

hacia los agujeros del tiempo en la marcha de las palabras



Más difícil aún revisar imágenes de un país imaginario

las bombas que caen en el Chorrillo sobre San Miguelito la luna

el desfile de gorilas amarillos desatando el istmo con su fuego homicida

sus fauces hediondas alimañas de carnicería

y vos bajo la telaraña de la cama en la habitación del miedo

asustado y sorprendido sin comprender porqué el imperialismo

los capitales la banda neoliberal los lameculos tropicales

la horda de paisanos como perfectos chacales

el paréntesis de este centro planetario atiborrado de compañías

comerciantes del reino usureros serruchadores de tus sueños

mis sueños de una sola patria matria nuestros sueños

los de tu madre con los muñecones del teatrillo callejero

por las selvas del Darién o en el Archipiélago donde las embarcaciones

llevan traen los cuentos de los fundadores elementales

los soles de la palma el brillo soberbio de las pieles

trasiegan el pasado contra el futuro en un eterno presente



Es difícil ocultarse hijo muy difícil

escribir todo esto sin que me tiemblen las manos

y un rumor de cadenas crepitaciones inexpresables

naveguen por dentro como una estampida de bisontes guerrilleros

y la mirada se nos pueble de nubes en el olvido de nuestros nombres



Harto difícil esta tarea de acercarte a mi otro yo

el de los ojos del antifaz con la suerte del andariego

en un tranvía negro que siempre retorna y retorna

con las hilachas nocturnas de los murciélagos

siemprevivo siempreamargo cautiverio de las páginas que se humedecen

como las lapidas con el rocío de los cementerios

o las bestias que huyen perseguidas por el amazónico incendio



Me es muy difícil decirte hijo decírtelo sin faltarle al recuerdo

que yo también me caigo me lluevo me abro me cierro

me ablando me tiemblo me tenso con los látigos los templos

del primer indicio la mediada caricia el último vuelo

para decirte así sencillamente hijo sin literatura

así al puro aire que todos somos viajantes y que por eso

y a pesar de todo lo que transcurre bajo el poema

a pesar de todo lo que muero te escribo y te quiero

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