En la luna negra
de los bandoleros,cantan las espuelas.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
...Las duras espuelas
del bandido inmóvil
que perdió las riendas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
sangraba el costado
de Sierra Morena.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
La noche espolea
sus negros ijares
clavándose estrellas.
Caballito frío.
¡Qué perfume de flor de cuchillo!
En la luna negra,
¡un grito! y el cuerno
largo de la hoguera.
Caballito negro.
¿Dónde llevas tu jinete muerto?
En el perfil humano de Federico García Lorca que nació en 1898, nos sorprende una doble vertiente: por un lado, su personalidad arrolladora, llena de vida, desbordante de simpatía; por otro, un íntimo malestar, un dolor de vivir, un sentimiento de frustración, como anuncio del trágico destino que hizo de él una victima inocente en 1938.
El malestar, la frustración, el destino trágico son, precisamente, los temas fundamentales de su obra. Ya en muchas de sus primeras composiciones como el Libro de Poemas, 1921, se nos presenta como marcado por una maldición que lo convierte en un hombre al margen. Más tarde, su obra -tanto el Romancero gitano como su producción teatral- se llenará de seres que se mueven en un mundo hostil; vidas amenazadas, condenadas a la frustración o abocadas a la muerte. Es como si el poeta proyectara en ellos sus sentimientos personales.
Buen ejemplo de esas figuras marginales y trágicas es el poema El Jinete que aparece en estos poemas del libro Canciones, 1927.
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