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lunes, 7 de septiembre de 2020

Novedades en ePub

 

Cielo, dime: «Sí, quiero» – Alexia Mars

Posted: 06 Sep 2020 08:34 PM PDT

Desde hace cinco años, los hombres de Rosbell temen dos cosas: que se anuncie una nueva boda y la aparición de Lady Jokes, un ángel vengativo encargado de arruinar los felices enlaces. Hartos de la insostenible situación deciden tomar cartas en el asunto y para ello, ingenian un plan que hará regresar al pequeño pueblo a la única persona capaz de acabar con su problema: Alan Blake. Victoria Tacker es una mujer decidida e inteligente que hizo de su peor.

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La Engañada – Thomas Mann

Posted: 06 Sep 2020 08:23 PM PDT

Se trata de una novela corta contada desde la perspectiva de Rosalie, una viuda cincuentona, amante absoluta de los prodigios de la Naturaleza, madre de la fría e intelectual Anna y de un chico más joven que apenas participa de la trama. Rosalie ha tenido una existencia tranquila y sin sobresaltos, hasta que, justo después de entrar en el climaterio, su espíritu se revuelve de amor por un norteamericano veinteañero. Toda la novela relata los vaivenes de esta situación emocional,.

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Lo que esconde el mar – Lucía Mallén

Posted: 06 Sep 2020 07:50 PM PDT

Nadia, una mujer de treinta y nueve años, casada con un empresario de éxito, es traductora de inglés y está especializada en novelas eróticas y románticas; emprende un viaje en solitario a Ibiza para seguir las reformas de una casa antigua situada a escasos metros del mar, que el matrimonio ha comprado a los herederos de un médico que falleció en extrañas circunstancias. El matrimonio de Nadia hace aguas, y su relación se irá deteriorando cuando llega a la convicción.

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Trufas para el comisario – Pierre Magnan

Posted: 06 Sep 2020 07:46 PM PDT

En la pequeña localidad de Banon, en la Alta Provenza, los campesinos viven de la cría de cabras y, sobre todo, del lucrativo comercio de la trufa. ¿Quién le iba a decir al comisario Laviolette —dispuesto a degustar en forma de tortilla poco cuajada el delicioso hongo de la región— que se encontraría con un buen montón de cadáveres y que una cerda llamada Roseline sería su mejor aliada? ¿O que se toparía con una sepultura de los protestantes expulsados.

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¡Tres hurras por Flashman! – George MacDonald Fraser

Posted: 06 Sep 2020 07:32 PM PDT

Extractos de Los papeles de Flashman 1878-1894 Brillante colofón a la serie sobre el canalla más cobarde, rijoso y entrañable del Imperio británico, «¡Tres hurras por Flashman!» recupera tres hilarantes episodios que quizás el interesado, ya fuese por prudencia o por un inesperado pudor, pretendía mantener en el silencio. Los antecedentes inmediatos de la primera guerra mundial, el escándalo del bacará en el cual se vio envuelto el príncipe de Gales en 1890 y un envenenado enfrentamiento con míster Sherlock.

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Flashman se va al oeste – George MacDonald Fraser

Posted: 06 Sep 2020 07:23 PM PDT

Los papeles de Flashman 1849-1850 Harry Flashman es el canalla más entrañable, el compañero de juerga ideal y el tipo más astuto aparecido en las letras inglesas en los últimos tiempos. En contra de lo proyectado en Flashman el libertador, Flashy debe quedarse en tierras americanas y decide viajar al Oeste en busca de fortuna y riqueza. El azar le pone en manos de los nativos, a los que no tarda en embaucar para que lo acojan como a un igual..

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La crisis de la socialdemocracia (Akal) – Rosa Luxemburgo

Posted: 06 Sep 2020 07:18 PM PDT

Rosa Luxemburgo (1871-1919) se situó a la vanguardia en la lucha contra la guerra mundial, que provocó su encarcelamiento en varias ocasiones acusada de «llamar a la rebelión», «incitar a los soldados a la desobediencia» e «insultar al emperador». Durante el tiempo que pasó en la cárcel escribió uno de sus ensayos más célebres: La crisis de la socialdemocracia, conocido también como Folleto Junius. En él explicaba que el conflicto bélico no tenía un carácter defensivo frente al zarismo ruso,.

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La gente del abismo (trad. de Javier Calvo) – Jack London

Posted: 06 Sep 2020 06:59 PM PDT

En 1902, Jack London llegó a Londres con la intención de escribir un reportaje sobre el East End, la zona este de la ciudad, donde pasó varios meses disfrazado de vagabundo, con el fin de poder penetrar en el Abismo, tal como él lo llamaba. Su curiosidad le llevó a visitar los slums, los llamados barrios pobres, en donde se hacinaban cientos de personas en condiciones infrahumanas, mientras que las clases acomodadas se beneficiaban de la política colonial que el Imperio.

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Hemos perdido el sol – Ángel María de Lera

Posted: 06 Sep 2020 06:49 PM PDT

Hemos perdido el sol comienza con la separación, en la primera estación alemana, de un joven matrimonio de emigrantes españoles. Por un error burocrático, el marido es destinado a Hamburgo, y la mujer a Munich. Se bifurca la acción desde este momento. Exactamente, es como un río que se partiera en dos al penetrar en una región montañosa. Cada brazo sigue un curso, recogiendo afluentes en el camino y deteniéndose en meandros peligrosos, hasta que ambos vuelven a fundirse en el.

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Un torrente de aguas turbulentas – Madeleine L’Engle

Posted: 06 Sep 2020 06:42 PM PDT

«Algunas cosas deben creerse para poder ser vistas». Sandy y Dennys siempre han sido los normales y pragmáticos dentro de su excéntrica y extraordinaria familia, pero un día, estos hermanos gemelos se entrometen accidentalmente en uno de los experimentos científicos de su padre y son llevados a un punto remoto del tiempo y el espacio. En este extraño paraje del desierto donde los hombres conviven con seres angelicales, mamuts enanos, mantícoras y unicornios, los gemelos se verán envueltos en una.

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Un hombre decente – John le Carré

Posted: 06 Sep 2020 01:24 PM PDT

Nat, un veterano de cuarenta y siete años de los servicios secretos británicos, cree que sus años en la agencia han concluido. Está de vuelta en Londres con su mujer, la resignada Prue. Pero con la amenaza creciente de Moscú, la Oficina tiene otra misión para él: hacerse cargo de una difunta subestación de Londres con un desorganizado grupo de agentes. El único destello de luz en el equipo es la joven Florence, que tiene la mirada puesta en el.

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Cómo crear una mente – Ray Kurzweil

Posted: 06 Sep 2020 01:16 PM PDT

El secreto del pensamiento humano 2029 año en el que la inteligencia artificial no podrá distinguirse de la humana. Este es el horizonte al que mira Cómo crear una mente. Siguiendo la estela de su anterior LA SINGULARIDAD ESTA CERCA, el autor recorre la curva del crecimiento exponencial de la tecnología hasta el momento en el que la inteligencia de los ordenadores alcanza la del hombre. ¿Qué pasará entonces? Según el autor, el futuro inteligente de las máquinas converge con.

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viernes, 4 de septiembre de 2020

TENET y las paradojas temporales

 

¡Hola de nuevo!

¿Echabas de menos oír hablar sobre viajes en el tiempo? No te preocupes. Christopher Nolan y yo estamos aquí para solucionar este problema.

Al principio de TENET, un personaje le dice al Protagonista: «no trates de entenderlo, siéntelo». Esto es un guiño de Nolan al espectador, ya que intuía el aluvión de críticas que se le venía encima por la complejidad de su película.

Sí, TENET es complicada. Pero también es original, coherente y espectacular. En resumen, una peli muy disfrutable que merece mucho la pena.

En esta reseña te doy las claves para entenderla y te cuento sus puntos fuertes y débiles. Además, analizamos su perspectiva de los viajes en el tiempo y comprobamos cómo responde la historia a las seis paradojas temporales que vimos en la guía de los viajes en el tiempo.

Pincha en la imagen inferior para abrir el artículo.



Pronto tendrás más novedades mías. Acabo de terminar el borrador de mi última novela, a la que he titulado Netz, y estoy comenzando dos nuevos proyectos.

Gracias por seguir ahí.
Un abrazo,
David

jueves, 3 de septiembre de 2020

Novedades de Amazon...algunos gratis para Kindle

 

Para que no me olvides de Encarna Bernat
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Para que no me olvides

de Encarna Bernat

En diferentes escenarios se desarrollan las vivencias de aquellos que en su corazón albergan un sentimiento hacia otro ser, ya sea ternura, añoranza, felicidad o incluso dolor. Todas son distintas manifestaciones de amor a través de una narración que cuenta cómo vidas, en principio anónimas, tienen su propia historia y se descubre otra alternativa, otra manera de continuar su existencia. Pero ¿siempre es así? ¿Puede ocurrir que la muerte sea precisamente una opción para seguir viviendo?


GRATIS EUR 4.99
Un precioso libro de relatos con un tema transversal: el amor
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Romántica



La historia detrás de las canciones de Samuel C A
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La historia detrás de las canciones

de Samuel C A

¿Eres un apasionado de la música? Voy a contarte la historia detrás de algunas de las canciones más famosas de todos los tiempos. ¿Qué inspiró su letra? Anécdotas, curiosidades y otros datos los encontraras en el interior del libro. En el libro hablo de canciones como Billie Jean, de Michael Jackson; Smells Like Teen Spirit, de Nirvana; Sweet Child O’ Mine, de Guns N’ Roses y No Woman, No Cry, de Bob Marley.


EUR 2.99
¿Quieres saber la historia que hay detrás de las canciones más conocidas?
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Biografías y memorias



Domina tus emociones de Thibaut Meurisse
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Domina tus emociones

de Thibaut Meurisse

¿Quieres superar los sentimientos negativos? ¿Crees que no eres lo suficientemente bueno? ¿Necesitas ayuda para gestionar el estrés? La solución para lidiar con las emociones negativas es entender cómo funcionan las emociones y aplicar técnicas específicas para asegurarte de que las gestionas de la manera más efectiva posible.
Domina Tus Emociones es el “manual de instrucciones” que te deberían haber dado tus padres cuando naciste. Con este libro, aprenderás un proceso paso a paso para lidiar con las emociones negativas y poder vivir una vida más plena y feliz. Con ejercicios pragmáticos y ejemplos personales, explorarás técnicas que contrarrestan las espirales de negatividad y proporcionan un alivio inmediato.


GRATIS EUR 3,39
Imperdible: Una guía práctica para superar la negatividad y controlar mejor tus emociones
Hasta el 06/09
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Autoayuda y bienestar



Un millón de pasos de Daniel Zaragoza
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Un millón de pasos

de Daniel Zaragoza

Cuatro peregrinos y dos peregrinas de distintos países, con sus problemas, traumas, sueños y esperanzas, nos muestran desde su mirada el Camino de Santiago francés. Conoceremos los beneficios de caminar cada día cargando con lo necesario, en contacto con la naturaleza, hablando con desconocidos, con tiempo para pensar y conocerse a sí mismo, llevando una vida sencilla, asombrándote con cada descubrimiento y con un sueño que cumplir. Pero como en la vida, en el Camino no todo es maravilloso. También hay que lidiar con el sufrimiento, el cansancio, personas tóxicas, abusos sexuales, e incluso, la muerte.


EUR 1.50 EUR 2.99
Un apasionante novela ambientada en el Camino de Santiago
Hasta el 30/09
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Deporte, aire libre y viajes



Karl Jegger y el último guardián del fuego de J.A. Rubio
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Karl Jegger y el último guardián del fuego

de J.A. Rubio

Siguiendo los pasos del profesor Charles Winters, el intrépido aventurero suizo Karl Jegger parte hacia un pueblo fantasma de oscuro pasado en el sur de Indiana, Estados Unidos, en busca de una tablilla de piedra que esconde la clave de una antigua profecía india cuyas consecuencias podrían afectar a toda la humanidad. Muy pronto, Karl descubrirá el alto precio a pagar por recuperarla.


GRATIS EUR 1,99
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Acción y aventura



Desmontando el crimen perfecto de Mayka Navarro
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Desmontando el crimen perfecto

de Mayka Navarro

Fue la mujer encargada de limpiar el apartamento que se alquilaba por días en el barrio de Gràcia de Barcelona, quien la mañana del 21 de febrero del 2008 descubrió el cuerpo sin vida de Ana María Páez Capital. La joven, de treinta y seis años, estaba completamente desnuda sobre un sofá y llevaba atada una bolsa de plástico en la cabeza. Junto al cadáver, los investigadores de los Mossos d'Esquadra solo encontraron una peluca y un par de botas negras. En los primeros momentos, los policías del Grupo de Homicidios se plantearon la hipótesis de una muerte por asfixia sexual. Una tesis que se desvaneció en cuanto llegaron a las dependencias policiales las primeras imágenes de una misteriosa y atractiva mujer que, haciéndose pasar por la víctima, sacaba dinero de la cuenta corriente de la joven asesinada.


EUR 1.89 EUR 9.49
Hasta el 03/09
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Periodismo, ensayo y no ficción



Noche de Navidad o El Wendigo de Javier Torras de Ugarte
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Noche de Navidad o El Wendigo

de Javier Torras de Ugarte

Un relato de terror inspirado en el cuento clásico de Algernon Blackwood, actualizado a los tiempos modernos y adaptado al espacio de consumismo extremo que supone la Navidad. El joven Edward se adentra en un bosque de la región de los Grandes Lagos, en la frontera entre Canadá y Estados Unidos. Tiene un mapa con un punto señalado, una cabaña a orillas de un lago helado. Su objetivo es pasar la Nochebuena en la cabaña, disfrutar de la magnificencia de la naturaleza y de la soledad más inhumana con el fin de poder depurarse, reflexionar sobre la vida que ha llevado y limpiarse por dentro. Pero nada será como el espera... ni como espera el lector.


GRATIS EUR 1,00
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Terror y Paranormal



La fecha de caducidad de Pedro Galvan
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La fecha de caducidad

de Pedro Galvan

En una ciudad distópica llamada La Gran Silesius, los habitantes son felices porque saben cuando van a caducar. Desde que nacen un ente superior, llamado La Marca les impone el día en el que caducan. Los silesianos llevan grabada en el pecho y con orgullo su Fecha de Caducidad.
Cuando el ser humano sabe que su vida es finita, no malgasta el tiempo sino que lo aprovecha y lo exprime porque sabe realmente que le queda poco...


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Ciencia Ficción



Pangea de Oliver Esparza
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Pangea

de Oliver Esparza

Pangea es un mundo utópico con criaturas de extraños poderes sobrenaturales al cual sólo se puede ingresar de maneras poco convencionales. En esta ocasión Liam Grimes, un chico de 16 años, tiene la oportunidad de entrar por tiempo limitado a esta utópica realidad pero, una vez que se le acabe el tiempo, será obligado a regresar a su mundo y morir, por lo que tendrá que dar todo de sí mismo para probarle al mundo que merece quedarse en Pangea.


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Fantasía



Las memorias de Klatuu de Alfonso de Teran Riva
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Las memorias de Klatuu

de Alfonso de Teran Riva

Febrero de 2001. Un joven universitario llamado Alberto Jiménez, es testigo de la caída de una aeronave. Entre sus restos hay un único e imposible superviviente: un alienígena. A partir de ese momento, se ve convertido en el centro de atención de dos grupos que utilizan una tecnología desconocida e incluyen extraños personajes en sus filas. Perseguido por unos y protegido por otros, Alberto guarda en su cabeza una información muy valiosa: las memorias de Klatuu.


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Ciencia Ficción



Un trono para las hermanas de Morgan Rice
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Un trono para las hermanas

de Morgan Rice

Sofía, de 17 años y su hermana pequeña Catalina, de 15, están desesperadas por marchar de su horrible orfanato. A pesar de ser huérfanas, no deseadas y no queridas, sueñan con hacerse adultas en otro lugar, o con encontrar una vida mejor, aunque ello signifique vivir en las calles de la despiadada ciudad de Ashton.


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Fantasía

El monstruo redondo

 


[Cuento - Texto completo.]

Alberto Moravia

Leí a Platón hace ya veinte años, cuando era estudiante de medicina y estaba a punto de terminar la carrera. De esa lectura recuerdo especialmente la fábula del andrógino, según la cual, en los orígenes de la humanidad, hubo un monstruo redondo, con dos cabezas, cuatro brazos, cuatro piernas, dos traseros y dos sexos. Zeus, preocupado por la vitalidad del monstruo, decidió debilitarlo y lo partió en dos mitades, de la misma manera —como dice Platón— que se parte un huevo duro con una cerda cortante. Desde entonces estas dos mitades, una de sexo femenino y la otra de sexo masculino, van por el mundo, anhelantes, buscando a la otra mitad de sexo diferente que las complete y les permita restablecer al monstruo redondo de los orígenes. ¿Por qué se me ha quedado esta fábula en la memoria? Porque, por lo menos en lo que a mí toca, no se trata de una fábula, sino de una verdad. No obstante mi profesión, mi cultura, mi inteligencia de mi mitad masculina. Esta búsqueda continua y desesperada me hace cometer verdaderas locuras, como ahora, por ejemplo, que trepo por las escaleras de un caserón popular, en busca de un cierto Mario, un joven camarero que trabaja en un balneario, en brazos del cual me he sentido completa hace apenas diez días, mientras vacacionaba en un hotel del Circeo.

Naturalmente, el elevador está descompuesto; y así, cuando llego al sexto piso después de haber subido doce tramos de escaleras, tengo que descansar, por lo menos un minuto, frente a la puerta de su apartamento recuperando el aire. Sobre la placa de latón está escrito, en caracteres cursivos, “Eldamoda”, tal vez para dar una impresión de elegancia. Elda es el nombre de la madre de Mario, y esa placa presuntuosa e ingenua contrasta con la modestia de la puerta de madera mal pintada de gris, con el rellano estrecho y bañado por un sol cruel, con la escalera angosta y sucia, como todo el edificio. Ya recobré el aliento. Extiendo la mano y toco el timbre.

La puerta se abre inmediatamente, como queriendo denotar la pequeñez del apartamento. Bajo el umbral aparece una mujer con mandil negro, de sastre, una cinta métrica de caucho sobre el hombro y muchas hebras de hilo blanco en el pecho; es sin duda la madre de Mario. Es una mujer todavía guapa, pero derrotada y ceñuda. La maternidad, el trabajo y la mala comida la han deformado. Debe tener más o menos mi edad, tal vez algunos años menos, pero yo parezco ciertamente más joven, dado que me tiño el cabello, y el de ella tiene ya muchas canas.

Me mira con desconfianza, pregunta qué deseo. Le respondo con una mentira que tiene, sin embargo, un fondo de verdad:

—Soy la doctora de su hijo. Me habló por teléfono ayer en la noche y me dijo que no se sentía bien, que deseaba que lo viera. Y aquí estoy.

¿Por qué digo que es una mentira que tiene algo de verdad? Porque así comenzó nuestro amor: en un sofocante cuarto de servicio del hotel donde vacacionaba, con Mario tendido en un catre revuelto, víctima de un cólico. Yo estaba sentada al borde del catre, sosteniéndole la mano; él se retorcía lo menos posible. Mientras tanto, sus ojos angustiados no dejaban de buscar los míos.

La madre no se asombra de mi presencia ni del pretexto; parece que se ha acostumbrado a este tipo de cosas. Me dice con voz resignada:

—Voy a ver si está.

Me da la espalda sin invitarme a pasar, y desaparece tras una tela que, a guisa de cortina, separa la entrada del apartamento. Al quedarme sola no sé si entrar o no. Pero entro, corro un poco la tela y miro. Hay un pequeño corredor, con una puerta vidriera al fondo, sin duda el baño. Y otras tres puertas. Calculo: una da a la cocina; la segunda, al cuarto de trabajo; la tercera, al cuarto de Mario. ¿Dónde duerme la madre? Probablemente en el cuarto de trabajo, en un sofá-cama. Entre estas reflexiones, digamos topográficas, paro la oreja.

La puerta que, según yo, da al cuarto de Mario, está entreabierta y puedo percibir la voz de él, disputando en voz baja con la madre. La madre sale de repente, y yo no tengo tiempo de echarme para atrás. Me dice con su triste tono materno:

—Lo siento, pero no está.

La miro directamente a los ojos, pero ella resiste mi mirada. Exclamo furibunda:

—¡Usted miente! Su hijo está aquí, acabo de oír su voz.

Y diciendo esto quiero lanzarme hacia la puerta de la recámara de Mario. Pero al mismo tiempo Mario sale del cuarto y lo tengo de frente.

Tiene el cabello negro y brillante, totalmente alborotado; viste solo un calzoncillo y una playera. Parece que acaba de levantarse de la cama. Noto que tiene una toalla doblada bajo la axila. Pienso en que no lo recordaba tan pequeño, tan bien proporcionado y tan velludo. Sin embargo experimento una sensación que me empuja hacia adelante, un impulso urgente y bochornoso que, de no dominarme, me haría correr hacia él, abrazarlo, estrechar mi cuerpo contra el suyo: ni más ni menos como la mitad platónica que, tras una larga búsqueda, ha encontrado al fin la otra mitad. Abro la boca y pronuncio:

—Mario…

Pero me quedo donde estoy, paralizada, pensando que Mario, por un motivo que ignoro, ya no quiere saber nada de mí; que, por lo tanto, he cometido un error al venir a buscarlo en su casa con el estúpido pretexto de una visita médica. Y así es. Mario me mira, ceñudo, un momento y, claro, de esa boca tan amada no se hace esperar la invectiva humillante y brutal, la palabra tradicional del hombre joven contra la amante madura. Y a esto hay que sumar las diferencias de clase y de cultura que, en mi platónica imaginación, yo había considerado como elementos destinados a integrarse recíprocamente. Y para colmo no faltaba el habla romana, tan adecuada para liquidar en un dos por tres la más tenaz de las relaciones amorosas con frases de fondo dialectal, como: “¿Pero se puede saber qué quieres?” “¿Pero quién te conoce?” “¿Pero ya te viste en el espejo?” “¡Nada más mira lo que esta vieja pretende!”, y así por el estilo.

Estas frases me afectan y me persiguen mientras quiero poner los pies en polvorosa, como una gallina que huye, velozmente y esponjada, bajo los escobazos de un ama de casa enfurecida. La madre, de pie junto a la puerta, ve a Mario, luego a mí, indecisa, pero serena. Podría decir que le inspiro una experta simpatía. La dejo atrás y llego al rellano, pero no lo suficientemente aprisa para no ver, último vejamen, cómo entra Mario al baño azotando la puerta vidriera.

Después de ese escándalo, me suceden cosas insólitas. Todas las mañanas, a eso de las cinco, me despierto sobresaltada y me pongo a pensar en Mario; mejor dicho, no pienso en él como cuando se dice: “Siempre pienso en ti”, lo que en el fondo indica no pensar y abandonarse al sentimiento; pero repito imaginariamente la escena humillante de cuando salí de su casa. Veo aparecer a Mario, que me mira de pies a cabeza, que me insulta y luego va a encerrarse en el baño, azotando la puerta. A este punto, pensarán que me volteo hacia otro lado y me vuelvo a dormir. Si piensan así, quiere decir que no conocen la diferencia que hay entre recordar y revivir. Recordar significa extraer de la memoria a una persona, un acontecimiento; contemplarlos como se contempla una vieja cadenilla que estaba guardada en un cajón, y volver a guardarlos ahí, en el cajón de la memoria, sin pensar más en eso. En cambio, revivir significa experimentar una y mil veces las sensaciones que esa persona y ese acontecimiento despertaron en nosotros mientras los vivíamos. De hecho, se recuerda solamente una vez; pero se revive una infinidad de veces. Pero a nadie se le ocurre revivir las sensaciones desagradables. Se reviven solamente las sensaciones placenteras; las otras, siempre trata uno de olvidarlas. Entonces, ¿cómo se explica que yo, todas las mañanas, vuelva una y otra vez por medio de la memoria a la escena de la casa de Mario, deteniéndome sobre todo en los detalles más crueles y humillantes? ¿Por qué me detengo, obtusa y fascinada, a saborear de nuevo ese agudo dolor, como si se tratara de una perturbadora delicia? Me pongo a pensar en eso largamente y llego a la conclusión de que, durante esas reevocaciones matutinas y mediante una misteriosa alquimia psicológica, el dolor se transforma en placer. No faltará quien diga: masoquismo. Es posible. ¿Pero cómo conciliar entonces el masoquismo con el anhelo de reencontrar la otra mitad para formar de nuevo al mítico monstruo redondo de que habla Platón? ¿Es acaso completa una persona dividida en dos partes, una de las cuales humilla, ultraja y degrada a la otra?

Sí, por lo visto. Después de un par de meses, mi dolor voluptuoso al fin comienza a ser algo insípido, débil. La escena en casa de Mario es una cosa pálida, borrosa, como una película vieja estropeada por el tiempo y el uso. Desgraciadamente, ya me acostumbré a ese lúgubre deleite; todas las mañanas tengo la necesidad de experimentar el sufrimiento de aquellos pocos y atroces minutos. Así que he tomado una decisión quizá increíble, pero más o menos lógica, si se considera mi situación actual: me presentaré nuevamente en la casa de Mario, con el mismo e indecente pretexto de la visita médica, haré que me corran de nuevo de la misma manera humillante. Quizás Mario me hale de los cabellos, me arroje al suelo y me empuje a patadas hasta el rellano de la escalera. Y volveré a mi casa con una buena provisión de vejámenes, como un drogadicto que se surte de su estupefaciente predilecto para poder seguir adelante durante un largo periodo de tiempo.

No lo dudo ya y ejecuto mi proyecto. Me presento muy temprano en el caserón popular, subo a pie los seis pisos (el elevador sigue descompuesto), toco el timbre, la madre viene a abrir la puerta y suelto la mentira de la visita médica. Espero que la madre me rechace, aunque con su tristeza mezclada con simpatía; espero que Mario salga y me insulte. Pero nada de eso. La madre me invita a pasar, triste como siempre:

—Vaya directamente. Está acostado. Es en la última puerta, a la derecha —y se va.

Más muerta que viva, me encamino y toco a la puerta. Me dice que entre. Este es su cuarto, pequeño y tapizado de ilustraciones de artistas y jugadores de balompié, recortadas de las revistas. Mario yace tendido en posición supina, vestido solamente con un calzoncillo y una playera, como la otra vez, con las manos enlazadas bajo la nuca. No se levanta, no se mueve; se limita a decirme con un tono rudo y gentil al mismo tiempo:

—¿Pero se puede saber por qué no te dejas ver? ¿Solo porque me porté un poco brusco esa mañana? De veras que eres extraña.

De repente todo aquel deseo de arrojarme sobre él, de abrazarlo, de estrechar mi cuerpo contra el suyo, se me pasó como por encanto. Y sucedió algo automático, mecánico. Me siento al borde de la cama, le tomo el pulso y cuento las palpitaciones. Él protesta, primero titubeando, luego con decisión, pero no le hago caso. Con frialdad profesional rechazo sus intentonas de abrazo, me levanto, abro mi recetario, garabateo una receta y se la doy. Y sin darle tiempo para que se recupere de su asombro, salgo del cuarto, del apartamento, y bajo por las escaleras.

Mientras subo al coche para iniciar mi cotidiano rol de visitas, casi siento las ganas de reír. Efectivamente, ahora recuerdo que el monstruo redondo de Platón, según parece, caminaba cómicamente con sus cuatro brazos y sus cuatro piernas, formando una especie de rueda, tal y como lo hacen los acróbatas y ciertas divinidades de la India. ¡Exactamente igual! ¿Qué otra cosa puede hacer un ser tan extraño cuya unidad consiste en la desunión, su fuerza en la debilidad y sus alegrías en el dolor?

FIN


“Il mostro rotondo”,
Bo
h, 1976